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Capítulo 329

Stella apoyó la mejilla sobre la almohada y se estiró un poco. Luego, miró a RK sin decir una palabra. El tipo ya había revisado todos los documentos que tenía pendientes y, sin nada más qué hacer, sacó la tableta de Adrian para jugar. Mirando su expresión emocionada, era evidente que debía llevar un buen rato jugando. “Oye, RK, ya es muy tarde. ¿Qué te parece si te vas a casa?” Se estaba haciendo tarde, por lo que él ya tendría que estar cómodamente en su habitación. “¿Qué? ¡Oh, no!, no volveré esta noche”, replicó él descuidadamente. Era lo mismo que un emperador le diría a una concubina, el equivalente a: ‘Me quedaré a pasar la noche. ¡Deberías arrodillarte y agradecerme!’ ¿Pretendía que ella le diera las gracias? ¡Pues vaya mi*rda! “¡No tienes que quedarte, puedo cuidarme sola! Además, la enfermera está aquí cerca. Nada saldrá mal”, dijo Stella, sintiéndose una mujer cabal ante lo que ella consideraba una desfachatez de su parte. “Son casi las once de la noche. ¡Apaga la laptop y vete a dormir!”, repuso él con el mismo tono. Obviamente, RK no estaba de acuerdo con ella y siguió jugando despreocupadamente con la tableta. ¡Bien, que así fuera! No era asunto suyo si él se empeñaba en pasar incomodidades. Ella incluso estaba dispuesta ayudarlo. Tras unos instantes, apagó la portátil y se acomodó en la posición más confortable que pudo, lista para quedarse dormida. RK, por su parte, siguió absorto. El tiempo transcurrió tranquilamente, pero justo cuando estaba a punto de terminar el juego, una vocecita desvalida le llegó desde la cama. “¡RK, quiero ir al baño!”, dijo Stella con voz apagada. Sin embargo, él no le prestó atención, así que tuvo que levantar la voz: “¡Es urgente!” Solo entonces RK reaccionó, dejó la tableta, se levantó y se aproximó a Stella. “¡Oye!, ¿qué te pasa? ¡Estoy a punto de hacerme encima!”, exclamó ella con impaciencia, viendo que el hombre estaba parado frente a la cama, mirándola fijamente, sin hacer nada. Ella puso los ojos en blanco, asombrada. RK finalmente se inclinó y la levantó con mucho cuidado, procurando no tocar su herida. Después de dejarla instalada en el baño, cerró la puerta para darle privacidad, aunque le advirtió repetidas veces que no fuera tímida si tenía algún problema. La verdad es que se resistía a dejarla sola, por lo que ella tuvo que pedirle repetidas veces que se fuera. Finalmente, él se quedó al otro lado de la puerta, atento a que ella terminara. Stella movió la cabeza con impaciencia y se dispuso a usar el baño. Decidió que no importaba lo ocupada que estuviera al día siguiente, llamaría a Violet. Le pediría prestado el teléfono a RK y le dejaría pagar la cuenta. Después de que terminó de hacer todas sus necesidades, Stella llamó a RK para que la ayudara a salir. “¡Estoy lista!” Ella no tenía idea de que él se había quedado fuera, esperando pacientemente y, además, preocupado de que ella se volviera a caer y su herida se reabriera. Se preguntó si estaba bien dejarla ir al baño, aunque sabía que era algo perfectamente natural e inevitable. Cuando salió a comprar la comida, vio que Stella le había pedido a una enfermera que la ayudara. Por más que le doliera la espalda al caminar, no podía dejar de ir al baño. Stella estaba a punto de levantarse sola cuando RK abrió la puerta y entró. No pudo evitar sentirse algo avergonzada, aunque se había tomado el cuidado de acomodarse la bata de hospital primero. De lo contrario, habría sido demasiado bochornoso. “¡Tranquila, somos adultos! Yo me siento bien yendo al baño de mujeres, cuando debería ir al de los hombres. No me digas que eres tú la que se siente molesta”, dijo él en son de broma, como si percibiera la incomodidad de Stella y tratando de quitarle importancia al asunto. “¿Crees que todo el mundo es como tú? Eres demasiado descarado, las mujeres decentes somos más modestas, por si no sabías”, replicó ella, pero el dolor en su espalda le impedía erguirse completamente, obligándola a dar cada paso con cuidado. No tenía más alternativa que mantener los ojos fijos en el suelo. Tan pronto como ella salió del baño, RK la cargó en su espalda para recorrer el corto trecho hasta la cama. Aunque a Stella no le gustó la idea, tenía que admitir que así era más cómodo. De vuelta a la cama, Stella miró la hora y se sorprendió. Era casi medianoche. ¡Había estado en el baño más de media hora! A pesar de eso, ni una sola queja salió de los labios de RK. Después de poner a Stella en la cama con cuidado, volvió al sofá y se concentró en jugar. No dejó la tableta hasta que terminó. Entonces se levantó y examinó a la joven. Estaba profundamente dormida. Después se acercó a la ventana y miró a lo lejos. Luego se concentró en la calle. Algunas casas todavía tenían unas cuantas luces encendidas, del resto, la noche transcurría pacíficamente. Era reconfortante observar las luces cálidas y tenues que salpicaban la oscuridad por todas partes. Dentro del cuarto, le llegaba la respiración pausada y regular de Stella. El hombre bostezó, luego caminó hacia el sofá y tomó asiento de nuevo. El cielo todavía estaba espesamente nublado a causa del clima lluvioso, por lo que la luna no se asomaba esa noche. Un tenue resplandor a lo lejos le permitió distinguir unas nubes oscuras a la deriva. De pronto, el viento comenzó a soplar contra la ventana que acababa de cerrar. A principios del verano, la brisa solía ser bastante suave, pero esta vez no era así. RK se tumbó en el sofá y evocó sucesos de años pasados. Si tuviera que describir su juventud, diría que fue radiante y apasionada, llena de ricos e intensos colores. A veces sudaba a mares en una cancha de baloncesto, y otras, estudiaba música tranquilamente en el salón del conservatorio. Pero sin importar lo que hiciera, siempre había gente admirándolo por todas partes. Parecía que no podían dejarlo a solas.

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