Capítulo 11
Winslow no sabía si reír o llorar, pero lo miró y dijo: "Zephy, será mejor que no le causes problemas a tu mamá. No podemos darnos el lujo de molestar a un hombre como el señor Giltstone".
"Pero tú también piensas que me parezco a él, ¿o no?". Zephaniah miró fijamente al hombre de la foto y sintió una inexplicable sensación de familiaridad
"Pues sí, ustedes dos se parecen mucho. Tus rasgos son muy similares a los de él, especialmente tu nariz y tu boca. En realidad, son idénticos. Creo que tu papá debe ser muy guapo, de lo contrario, ¿cómo podría tener un hijo tan bien parecido como tú?", dijo Winslow con entusiasmo.
El pequeño miró al hombre de la foto y trató de verificar lo que ansiaba saber. "¿Estás segura de que el señor Augustine Giltstone vive en ese edificio?".
"Completamente, esa es su empresa, y ahora él debe estar trabajando allí". Winslow no podía garantizarlo, después de todo, él era el hombre más rico del mundo. ¿Quién podría asegurar dónde estaba en ese momento?
De cualquier modo, el pequeño tomó en serio sus palabras y las guardó en su memoria. Pensó en elaborar el currículo de su mamá, para entregárselo a ese hombre con el propósito de que la contratara para ser su novia.
Media hora más tarde, Winslow llevó al pequeño de vuelta a la empresa. La diseñadora había logrado tranquilizarse y comenzó a dibujar algunas ideas para las joyas de Jessamyn Salaway. Cuando estaba en su tercer año de universidad, ella se le acercó para ayudarla con todo tipo de cosas. Se reunían con frecuencia y se volvieron inseparables. Sin embargo, ahora sabía que esa mujer era una hipócrita, ya que todo el tiempo estuvo fingiendo ser una buena amiga, mientras tenía una aventura secreta con su marido.
A Vivianna había empezado a dolerle la cabeza, cuando el sonido de una voz infantil le llegó por la espalda. "Mami, mami... ¡ya estamos de regreso!".
En ese instante, los nervios de Vivianna se relajaron. Observó cómo su apuesto hijo corría a sus brazos y ella lo abrazó como a su tesoro más preciado.
Por el bien de ese niño ella aceptaría cualquier agravio y se olvidaría de sus resentimientos, sin importarle si tenía que sufrir.
"Mami, elegí esto para ti. A ver si te gusta", dijo él.
"¡A mí me gusta todo lo que tú elijas, bebé!", exclamó ella, dándole un beso.
"¡Qué bien, mami! Primero debes comer y luego puedes volver a trabajar. Mientras yo voy a jugar con Winslow".
"¡Está bien, adelante!". Vivianna sonrió y tomó el pastel con los ojos llenos de amor, al mirar a esa pequeña figura que se iba corriendo alegremente.
En ese momento ya era la hora de salida, pero ella tenía una oficina independiente. Así que la mayoría de sus colegas se habían ido. Winslow tomó la iniciativa de quedarse a cuidar al pequeño, para que Vivianna pudiera trabajar tranquilamente.
"¿Podrías imprimirme un currículo?", le preguntó el niño a la asistente de su mamá.
"¿Para qué lo quieres?", preguntó ella a su vez.
"Me sería muy útil. Imprime una copia, por favor", dijo con una linda expresión y sus grandes ojos llorosos que a Winslow le recordaban los de un cachorrito.
La chica no pudo resistir su encanto e inmediatamente acarició su cabecita. "Está bien. Te imprimiré una copia".
Ella hizo lo que él quería, pensando que a esa edad no podría saber muchas palabras. '¿Qué querrá hacer con esto?', se preguntó.
Vivianna trabajaría horas extras ese día, pero no quería tener al niño acompañándola hasta las ocho de la noche. Así que planeó continuar con su trabajo en casa y prepararle la cena. Lo persuadiría para irse a dormir y ella se quedaría trabajando hasta altas horas de la noche.
Linda también seguía trabajando y como vivía en la misma residencia que estaba dispuesta para los empleados de la empresa, ella se encargó de llevarlos de vuelta a casa.
El hogar de esa pequeña familia, formada por un niño adorable y una mujer cariñosa, siempre sería cálido y acogedor.