Capítulo 7

Vivianna entró al edificio llevando a su hijo de la mano y corrió hacia el ascensor, donde la esperaba su asistente, Winslow. "Voy a encargarte a Zeph mientras me reúno con un cliente. Vigílalo, por favor, ¡y no lo dejes correr!", le recomendó. "Muy bien, señorita Carlewood", respondió la jovencita, quien se puso contenta al saber que tendría al pequeño a su cargo. Ella estaba encantada de pasar un rato con Zeph. "¿Quieres un dulce? Tengo unos muy ricos", dijo Winslow agitando dos piruletas frente a su rostro para tentarlo. Sin embargo, la carita de Zephaniah se contrajo con un tierno mohín. "Ya no soy un niño. No quiero dulces". "¡Así que ya no eres un niño!", exclamó la chica reprimiendo las ganas de reír. ¡Definitivamente era un pequeño encantador! Vivianna se dirigió a la oficina de su jefa, una mujer capaz y fuerte de alrededor de cuarenta años. Linda era de ascendencia mixta y se había convertido en madre soltera al divorciarse. Por lo tanto, era muy solidaria con su subordinada, tanto en el trabajo como a nivel personal. Esta, por su parte, la admiraba mucho, además de tenerle un gran respeto. Tan pronto como ella la vio entrar en su oficina, la miró con una expresión seria y dijo: "Estuve con nuestra clienta y me di cuenta de que es una mujer muy exigente. ¡Aparte de eso, ella es muy rica! Pero es bastante difícil de tratar y tiene unos requerimientos muy específicos. El precio que está pagando por nuestros servicios ha superado nuestras expectativas. Deberás tener mucho cuidado con ella, pues en la empresa valoramos mucho ese tipo de clientes". "¡No te preocupes! Déjamela a mí. Te prometo que me encargaré de que todo salga bien", dijo Vivianna, muy segura de sí misma. Tenía confianza en su trabajo, porque además de saber hacerlo, lo realizaba con amor. "Está bien, te la encargo mucho. Ella te está esperando en la oficina número seis", dijo Linda. "¿Cómo se llama?", preguntó la diseñadora antes de irse. "Es la señora Lambert", respondió su jefa. El pecho de Vivianna se tensó al oír ese nombre y su corazón dejó de latir por un momento. ‘¡No puede ser quién yo creo!’, pensó sin decir nada. ‘¡No, por favor! ¡Qué no sea ella!’. Todavía no estaba preparada para encontrarse con ningún miembro de esa familia. Vivianna se dirigió hacia la sala de reuniones rezando en silencio por estar equivocada. Cuando la asistente que esperaba en la entrada de la oficina para servirles el té la vio venir, le abrió la puerta. Allí se paró Vivianna y tomó la taza de té mordiéndose los labios. Luego respiró hondo y entró en la habitación. Cuando miró a la elegante mujer sentada en el sofá, su corazón empezó a correr como caballo desbocado. Ya no podía hacer nada, la única persona con quien no quería encontrarse estaba sentada tranquilamente frente a ella. No podía darse la vuelta y echarse a correr. ¡Era Jessamyn Salaway! Esta, cuando vio a Vivianna, levantó las cejas con sorpresa, mientras sus labios rojos formaban una arrogante sonrisa. "¡Realmente eres tú! Creí haber visto mal el nombre", exclamó burlonamente. Al ver el rostro de Jessamyn, los eventos de cuatro años atrás pasaron por su mente: la humillación, los insultos, su expulsión de la casa familiar y la manera en que la incriminaron. Vivianna apretó los puños con fuerza, haciendo todo lo posible por olvidar el pasado y reprimir su resentimiento. Antes que nada, estaba su hijo. Por un lado, ella estaba sola, sin apoyo alguno, por eso, no debía empezar una guerra en ese momento. Lo único que deseaba era vivir en paz al lado de su pequeño. La chica relajó sus puños y caminó con calma hacia Jessamyn. "Hola, señora Lambert. Mi nombre es Vivianna Carlewood. Soy la diseñadora de joyas que solicitó. ¿Qué puedo hacer por usted?". La mujer se sobresaltó cuando notó su expresión tranquila y la miró de manera penetrante. En ese momento, estaba analizando su rostro, para tratar de discernir si estaba frustrada o al menos avergonzada. "Mmm, la ex de mi marido ahora es mi diseñadora de joyas. ¿Sabes para qué te contraté? Xenophilius y yo celebraremos nuestro cuarto aniversario de bodas. Dos meses después de que te fuiste, me casé con él. ¿Te sorprende?", preguntó tratando de encontrar una señal de disgusto en su cara. "Señora Lambert, ¿tiene algún requerimiento en especial? O prefiere que yo me encargue del diseño en su totalidad", sugirió Vivianna ignorando lo que ella acababa de decir. Su tono era el de toda una profesional.