Capítulo 9

Simón estaba sentado en la oficina desierta, con la yema de los dedos deslizándose por la pantalla del ordenador llena de información, y los ojos completamente inyectados en sangre. Llevaba tres días sin dormir. Había movilizado todos los contactos del Grupo Ventisca, e incluso había pagado una suma considerable para contratar a un detective privado, pero aun así no había logrado encontrar el más mínimo rastro de Elisa. La voz de Mario llevaba un cansancio imposible de ocultar. —Señor Simón, el DNI y los datos bancarios de la señorita Elisa fueron dados de baja, y sus redes sociales quedaron vacías. Es como si… hubiera desaparecido por completo de este mundo. Simón apretó los puños de golpe, hasta que los nudillos se le pusieron blancos. Aquella chica que siempre caminaba detrás de él, que incluso le informaba con antelación cada vez que viajaba al extranjero, esta vez estaba realmente decidida a apartarse de su vida para siempre. La puerta de la oficina se abrió suavemente. Martina en