Capítulo 55 No hay buen final para quien me ofende

Perspectiva de Susana. Observé con alegría a la desaliñada Saira, viéndola arrodillarse poco a poco, preparándose para comer la gran cena que le había preparado. Una camarera tan baja y despreciable solo merecía comer ese tipo de cosas. El día anterior, Jakor nos convocó a todas nosotras, las chicas más destacadas que nos encargábamos de acompañar a los clientes para beber y conversar con ellos, diciendo que habían llegado unos invitados importantes al Coliseo y nos pidió que los atendiéramos bien. Aunque había oído que esos hombres habían perdido algunas rondas apostando en la arena, ¿cómo era posible que alguien al que Jakor llamaba invitado importante se enfadara por semejante pérdida insignificante? Por eso, le puse un medicamento a la chica que originalmente atendía la suite 806, para que le diera diarrea y no pudiera ir. Luego asusté a propósito a Juan, haciéndole creer que los dueños de la suite no eran gente fácil de tratar, lo que le impidió informar a Jakor. De esa manera, pu