Capítulo 12

Después de salir de la cafetería, Eduardo se encerró en la mansión. No volvió a la empresa ni vio a nadie. No sabía cuánto tiempo había estado sentado allí; solo sentía que todo el mundo se había sumido en un silencio aterrador. Las palabras de Lucía y aquellas fotos y videos se reproducían una y otra vez en su mente. La silueta solitaria de Isabel bajo la lluvia nocturna. Su mano, llena de ampollas por las quemaduras, sosteniendo con cuidado el pastel. Su perfil cuando se escondía a llorar en silencio y luego forzaba una sonrisa. Cada una de esas escenas era como una hoja de acero envenenada que se clavaba en su corazón y luego giraba con violencia. Por primera vez, se puso realmente a observar aquella casa. En la entrada, la alfombrilla que ella había elegido personalmente ya estaba cubierta por una capa de polvo. En la sala de estar, la americana que él se había quitado al llegar seguía colgada sobre el sofá, llena de arrugas. En la barra de la cocina, la cafetera llevaba mucho tiem