Capítulo 18
Freya
A pesar de que me refregué la piel en el baño una y otra vez para limpiar los lugares donde ese hombre me había tocado, no importaba cuántas veces lo hiciera, todavía sentía como si tuviera insectos arrastrándose por toda mi piel.
¿Cómo no pude darme cuenta de lo que estaba pasando? Después de todo, la última vez él ya me había agarrado la mano de una manera muy sospechosa. Si bien esa vez no había sabido las razones por las que me había tocado, sus intenciones habían sido obvias. ¿Por qué había pensado que bajar la cabeza y dejarlo así era una buena manera para lidiar con ese problema?
Al final, esa no había sido una solución. Al contrario, el señor Agnes lo había tomado como un estímulo para ir más lejos, y yo lo había alentado al ser tan sumisa. ¿O no? ¿Todo lo que había pasado era culpa de mis decisiones?
En cuanto al problema con mi padre... ya había perdido toda esperanza de su redención hace tiempo. Sin embargo, cada día que pasaba lo repudiaba más. La única vez que se aparecía estos días era cuando quería mi dinero. El mismo dinero que había ganado con mi propia sangre, sudor y lágrimas, después de horas y hora de arduo trabajo.
Salí de la ducha para evitar congelarme y envolví una toalla alrededor de mi cuerpo antes de salir del baño. Por suerte, había cerrado la puerta de mi habitación para que Julian no escuchara mi llanto y para que no me sorprendiera cuando estaba llorando. Él no tenía por qué ver eso. Para él, yo siempre iba a ser la hermana mayor, en quien pensaba como su héroe, como su inspiración. Si le mostraba mi lado débil, rompería su ilusión, sobre todo porque yo era la única figura paterna que conocía.
Me senté en mi cama con cuidado y saqué una loción que había comprado hace mucho tiempo y que solo usaba cuando lo necesitaba realmente. Luego empecé a aplicarla suavemente sobre mi piel, haciendo una mueca de dolor al tocar las marcas rojas que se habían formado en donde me había refregado con fuerza.
Aun así, en medio de todos esos pensamientos negativos que daban vueltas por mi cabeza, traté de concentrarme en el único pensamiento que me daba esperanza. El único que me hacía ver una luz en medio de la oscuridad.
Cameron.
Él había venido por mí.
Él había venido a salvarme cuando menos lo esperaba y le había dado esperanza a mi necio corazón.
¿Estaba pensando demasiado? ¿Él realmente había venido por mí o solo había sido una coincidencia?
Recordé la impotencia que sentí al escucharlo golpear la puerta por primera vez y no había podido gritar, pidiendo ayuda. También recordé la desesperación que había sentido al escuchar que sus pasos se alejaban y la ira en sus ojos cuando entró por la fuerza y encontró al señor Agnes encima de mí.
Cameron había sacado a ese cerdo de encima de mí con tanta fuerza que lo había hecho salir volando hasta el otro lado de la habitación. No sabía que Cameron era tan fuerte... ¿O tal vez yo era demasiado débil? Después de todo, no había podido luchar contra el señor Agnes. En cambio, Cameron había hecho que detenerlo pareciera pan comido.
Además, cuando trató de acercarse a mí para ayudarme... yo había retrocedido.
La verdad era que no había querido hacerlo y no lo hubiera hecho, pero al ver su rostro, mi mente se quedó en blanco y en lugar del hermoso rostro de Cameron había visto el rostro asqueroso del señor Agnes acercándose a mí con sus manos sucias y con una sonrisa repugnante en el rostro. Al final, no había podido evitar estremecerme.
No obstante, ahora lo lamentaba, ya que Cameron no se parecía en nada al señor Agnes. Él era una buena persona, era mi salvador. Estaba decepcionada conmigo misma por no haberlo dejado acercarse a mí.
Y también lamentaba no haber denunciado al señor Agnes ni haber dejado que ellos me ayudaran. Aunque eso no era algo que pudiera decidir, ¿verdad? Yo no tenía los mismos privilegios que ellos.
Una chica con una madre muerta y un padre ausente, alguien que reprobaba sus asignaciones y que pensaba abandonar la escuela por completo para poder ganar dinero para costear dos comidas al día... Nadie creería que alguien como yo fuera la víctima. Los policías solo me harían preguntas, acusándome de haber seducido al señor Agnes y cuestionando mi virtud. Tendría que pasar horas de exámenes que eran humillantes y luego vendría el acoso despiadado. Mi vida sería peor de la que era ahora.
Había aprendido una lección muy temprano en la vida: tenía que valerme por mí misma, ya que nadie lo haría por mí, sin importar lo cerca que estuvieran. Demonios, ni siquiera podía confiar en mi padre para que me ayudara.
"Cameron te ayudaría", escuché esa estúpida voz dentro de mi cabeza decir, tratando de convencerme de algo que no era cierto. Él no me ayudaría.
De todos modos, yo no quería que él lo hiciera. No quería que él tuviera que resolver mis problemas ni pelear mis batallas, puesto que terminaría cansándose de mí y abandonándome, como todos en la vida lo habían hecho antes, incluidos mis padres.
No quería que eso sucediera con Cameron porque sabía lo que sentía por él. Aunque era ilógico, era algo especial que quería atesorar y después de hoy, ese sentimiento dentro de mi pecho se haría más grande y más fuerte.
No me importaba que la única que estuviera enamorada fuera yo, ya que él nunca sentiría lo mismo por mí.