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Capítulo 3

Freya Me hice a un lado apresuradamente cuando un jeep pasó a toda velocidad por las puertas abiertas hacia el estacionamiento. Fue seguido por otro elegante auto negro que dejó una estela de humo detrás de él ahogándome en el proceso.  Derek Roland y Alexander Cabot fueron los primeros en salir del jeep. Eran los mejores amigos de Cameron y dos de los chicos más atractivos de la escuela. Derek tenía cabello negro azabache y ojos grises mientras que Alexander tenía cabello castaño y ojos verdes con lentes de montura dorada. El siguiente en salir fue Cameron, el típico chico popular rubio y de ojos azules que enamoraban a todas.  Los tres muchachos no solo eran guapos con un perfecto cuerpo, sino que también eran excelentes en los estudios y buenos atletas. Eran los estudiantes de élite de la escuela, el orgullo del pueblo.  Cerca de ellos estaban las porristas: Cindy Stewart, Laura Winsor y Trisha Smith. Las chicas siempre andaban cerca de los mejores amigos de Cameron y al menos una vez cada una de ellas había estado con uno del duo. Derek era conocido por ser un coqueto sin remedio mientras que Alex era un poco más reservado.  Cameron era el capitán del equipo de fútbol. A todos siempre les gustaba chismorrear sobre con quién estaba saliendo, pero la verdad era que no era necesario preguntárselo porque todos sabían que la única chica que permitía subir en su carro era Sarah Parker, la capitana del equipo de porristas y la chica más hermosa de la escuela. Cameron se acercó al asiento del copiloto para abrirle la puerta a Sarah. La chica salió elegantemente vestida con una chompa rosa y jeans celestes. El color de la chompa combinaba perfectamente con las mechas que se había hecho en su cabello rubio. Cameron le extendió la mano y ella la tomó con una sonrisa. Me dolió verlo, aunque no sé porque exactamente.  Sintiéndome tonta por ese fugaz momento de debilidad, entré al pasillo central de la escuela mientras dejaba a los demás observando a los populares de la escuela. Siempre hacían lo mismo todos los días, sus padres eran ricos, así que tenía todo de última generación y los demás los envidiaban queriendo ser ellos o al menos tener la oportunidad de entrar a su mundo.  Por mi parte, ni siquiera estaba en su radar. Era la chica sin amigos que usaba ropa de donada, comía los panes más baratos de la cafetería y ni siquiera tenía un teléfono. ¿Cómo podría tener uno si ni siquiera podía pagarme un plan?  La primera clase que tenía era inglés, esta la compartía con Alex, pero lo bueno era que siempre se sentaba al frente como el buen alumno que era. Me servía porque yo tomaba el asiento más alejado de todos. De esa forma, no me cruzaba con las chicas que siempre estaban persiguiéndolo y podía estudiar en paz.  La segunda clase que tenía era biología. Esta también la tuve sin ningún problema. Sin embargo, a la siguiente hora nos tocaba almorzar y era una de los momentos que menos me gustaban porque nunca faltaban los comentarios despectivos a mis espaldas.  No entendía porque no podían dejarme en paz, si me odiaban, ¿qué ganaban hablándome? ¿Por qué tenían que hacer comentarios estúpidos sobre mi apariencia? Estaba cansada de escucharlos y muchas veces había pensando en simplemente dejar la escuela, pero me recordaba que necesitaba el diploma si quería encontrar un trabajo decente en el futuro para mantener a mi hermano. Me acerqué a la fila que estaban haciendo los estudiantes para pedir su comida y sentí celos de que los demás pudieran elegir lo que quisieran. Tenía media beca en la escuela, gracias a que al menos hacía una cosa bien, pero los almuerzos no estaban incluidos, así que tenía que pagar por ellos. Sin embargo, casi nunca tenía suficiente, por lo que simplemente no los compraba y pedía el pedazo de pan más barato. Conté los centavos que me quedaban y a las justas pude juntar un dólar. Se lo entregué a la señora encargada quien después de contar dos veces mi dinero, me dio un pan dulce con una mirada de suficiencia.  Lo cogí sin preocuparme por su expresión, dispuesta a irme a comer en paz mi mísero almuerzo, cuando choqué contra Cindy. Una de las porristas del grupito de élite. El pan se me cayó, pero rápidamente lo levanté y lo limpié con mis manos.  —¡Cuidado! —me siseó, pero simplemente bajé la cabeza y me dispuse a irme porque no quería tener ningún problema con ellos. Sin embargo, Cindy no estuvo contenta con mi reacción y me jaló de la capucha—. ¿A dónde crees que vas? ¿No te vas a disculpar?  Antes de que hiciera algo de lo que probablemente me arrepentiría, una voz masculina llamó a la chica. —Cindy. La susodicha me soltó de inmediato y siguió a Alex como si fuera un cachorrito. No sabía porque me había ayudado, pero tampoco iba a quedarme a preguntarlo. Salí rápidamente del comedor y me dirigí al patio en donde podría comer en paz. Hacía bastante sol y no habían tantos árboles, así que la mayoría de personas usualmente comían adentro.  La principal razón por la que no quería estar dentro del comedor era por culpa de Cameron. Había estado a punto de sentarme en una mesa cuando este había jalado la silla y me había caído de bruces al suelo. Lo peor era que también choqué contra otros dos chicos y los contenidos de sus bandejas terminaron en mi cabeza. Todos en el comedor se burlaron de mí mientras Cameron y Derek se felicitaban por su broma. Nunca más volví a comer adentro.  Ese había sido solo el comienzo de mis penurias. Su grupito disfruta molestando a todos los que no podían defenderse y esto promovía que los demás también nos trataran mal. Cameron ni siquiera sabía quién era probablemente, pero un solo comentario de él había bastado para que estuviera marcada de por vida en la escuela.  Lo peor era que todavía lo encontraba atractivo a pesar de todo lo que me había hecho. ¿Qué estaba mal conmigo? Esperaba algún encontrar la respuesta. 

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