Capítulo 6

Freya —Lo siento, Julian, tendrás que venir conmigo al restaurante hoy —le dije con pena mientras le acaricida la cabeza.  —Está bien —me respondió sonriéndome dulcemente—. Me gusta el restaurante, ¡el tío Roger siempre me da cosas ricas de comer! Suspirando con alivio, tomé la mano de mi hermano y comenzamos a caminar en dirección a mi trabajo. No me había dado cuenta cuánto tiempo me había quedado en el baño pensando después de haber escuchado a las otras chicas, y por eso me había retrasado con todo lo demás. No había podido llevar a mi hermano a la casa antes del trabajo, así que no me quedaba otra opción que traerlo al trabajo.  —¡Ah, mira quién nos visita hoy! —saludó el señor de limpieza cuando nos vio entrar por la parte trasera. Me pasó las bolsas de basura que estaba sacando y casi me caigo por el peso—. Sácalas por mí, ¿está bien? No las dejes caerse tampoco, si botas algo, lo limpias.  Asentí con una sonrisa forzada mientras le decía que esperara en la puerta mientras botaba la basura. Ni me molesté en decirle a Chris que botar la basura era su trabajo, no el mío. No era la persona más amable y no quería que me despidieran.  Luego de que hice lo que me había pedido, agarré la mano de Julian y juntos entramos a la cocina en donde un sinfín de delicioso aromas inundaron mi sentido del olfato. Me tronó el estómago y sentí pena por el pequeño pan que había comido en el almuerzo. Sin embargo, todavía no era el momento para comer.  —¿Roger? —llamé al jefe que estaba sentando en su oficina contando billetes con sus lentes casi al borde de su nariz. Era una persona estricta, pero decente—. ¿Puede quedarse Julian aquí mientras trabajo?  —Sí —respondió con el ceño fruncido, un tanto enojado que lo interrumpiera, pero no me dijo nada por mi hermano—, pero que no se haga un hábito, niña.  —No volverá a pasar, lo prometo —le dije con sinceridad porque este tampoco era el mejor ambiente para Julian. Además la mayoría estaría incomoda porque usualmente usaban lenguaje bastante fuerte durante los turnos y ahora tendrían que contenerse por la presencia de un menor.  Dejé a mi hermano junto con Roger, le pedí que hiciera su tarea mientras me iba a cambiar. Mi uniforme consistía en una blusa blanca, una falda azul hasta la rodilla y un mandil con el logo del restaurante. Puse mi libreta en el bolsillo del mandil y me peine lo mejor que pude.  —¡Freya! ¡Clientes! —gritó uno de los meseros mientras entraba a la cocina con platos sucios.  —¡Voy! —le respondí mientras salía al restaurante para tomar las órdenes de los nuevos clientes pero me detuvo en seco cuando me di cuenta de quiénes eran. Cameron y su grupo habían venido a comer a mi lugar de trabajo. ¿Cómo es que podía tener tan mala suerte? —¿Están listos para ordenar? —les pregunté con una sonrisa profesional, ignorando mi pesar. Cameron fue el primero en reconocerme y los demás lo siguieron. Se quedaron viéndome con los ojos abiertos de par en par.  —Mira, no sabía que la rara podía lucir tan decente —se burló Derek mientras me señalaba—. ¿Qué piensas, Trisha?  —¿En serio me lo preguntas? Aunque la mona se vista de seda, mona se queda —respondió con suficiencia la joven mientras me miraba de arriba abajo.  Apreté los dientes al escucharla. La única razón por la que había elegido este lugar para trabajar era porque estaba bastante alejado de la escuela y era poco probable que me encontrara con alguien aquí. ¿Por qué tenían que haber venido a este restaurante en vez de a uno de los que siempre frecuentaban? Éramos un simple lugar. Solamente había querido trabajar en paz, ¿acaso era demasiado pedir un poco de tranquilidad?