Capítulo 4
Fin de la retrospectiva
Una hora después, Alexia contempló el amanecer y se dijo a sí misma entre las lágrimas:
"Después de la oscuridad sale el sol. Esto también pasará. Ella debería estar bien, ¿verdad? Ojalá no se hubiera salido con la suya. ¿Qué pudo haber pasado para que esto sucediera? Cecelia debía estar en la cama con mi marido y no con esos tipos. Ahora, no sé quién es peor, si mi marido o esos hombres".
Se levantó del suelo y continuó:
"Ella quiere echarme la culpa, ¿Qué voy a hacer ahora? Parece que Edward tampoco me cree. Debería intentar explicarle, seguramente cuando vea los hechos, entenderá que esto no tiene nada que ver conmigo".
Se dirigió al coche y condujo hasta la mansión. Lo único que quería era que Edward y su familia no la malinterpretaran. En media hora llegó a su destino y solo pudo escuchar un silencio sepulcral. Suspiró profundamente y salió del auto. Miró a su alrededor como si fuera una ladrona a punto de robar una casa, se apartó el pelo de la cara y se llevó la mano al pecho en un intento de calmarse. Pero los latidos de su corazón seguían siendo tan fuertes como un tambor. Se acercó a la puerta lentamente y la abrió tan silenciosamente como pudo, pero al asomarse se encontró con unos ojos espeluznantes, que la hicieron saltar del susto.
"¡Oh, Dios mío, me asustaste!"
Alexia entró en la habitación y vio que Edward no estaba solo, de hecho, toda su familia estaba en el pasillo, aparentemente esperándola, ya que todos giraron la cabeza cuando la escucharon.
Suspiró juntando sus manos, mirando a Edward con esperanza, y le susurró al oído:
“Edward, por una vez, créeme, no hice nada y no sabía lo que estaba pasando en esa habitación. Pensé que estabas allí".
Pero él se mofó y le dio vuelta la cara.
"¿Por qué hiciste eso? Después de todo, eres una dama, ¿Cómo pudiste tramar esto contra Cecelia? Por tu culpa la violaron. ¿Estás satisfecha con los resultados?”
Alexia se quedó inmóvil, no podía creer lo que estaba escuchando. Lo miró y le preguntó en voz baja:
“¿Ella está bien? ¿Va a estar bien?”
Él sonrió a modo de sarcasmo, le tomó la mano y le dijo:
“Debes explicarle a la familia el por qué de tus actos”.
Tiró de ella y posteriormente la empujó, haciéndola caer de rodillas al suelo. Alexia no pudo contener las lágrimas, y cuando le devolvió la mirada, él la ignoró fríamente. Intentó ponerse de pie, pero entonces, sintió un talón en su espalda y escuchó una voz que decía:
"¡Levántate si te atreves, malvada mujer!"
Tras reconocer la voz de su cuñada, intentó ponerse de pie una vez más, pero luego escuchó otra voz que decía:
"Si te atreves a dejar que mi hija caiga por tu culpa, me aseguraré de dejarte lisiada".
Sabía que era su suegra la que acababa de hablar, y no podía parar de llorar. Entonces, otra voz resonó en la habitación:
“Tendrás que confesarnos tu crimen o te entregaremos a la policía”.
Alexia suspiró con tristeza y pensó:
“Soy inocente, pero estas personas quieren convertirme en una criminal, no debo actuar débil, no tienen pruebas en mi contra. Debería refutarlos antes de continúen con sus acusaciones”.
Se puso de pie lentamente y Jane se tambaleó hacia atrás, su hermano la sostuvo y fulminó a Alexia con la mirada.
Ella soltó un suspiro y se dirigió a su suegro:
“Padre, yo no hice nada. Le prometo que no sé nada de esto".
Miró a todos los presentes y notó que un niño la observaba. Era el primo de Edward, y el único de la familia Jones que la trataba con amabilidad.
Corrió hacia él para tomarle la mano y le dijo:
"Jonas, eres mi hermano, ¿no? Me conoces desde hace cuatro años, ¿de verdad crees que sería capaz de hacer algo así?"
Jonas miró a su padre. Él creía que Alexia era inocente y sabía que era una persona bondadosa, por lo que le dirigió a la joven una mirada tranquilizadora.
El chico caminó hacia su padre. "Padre, estoy seguro de que Alexia no haría tal cosa, y no deberíamos emitir ningún juicio hasta que se investigue este asunto".
"Edward... ¡Ah! ¡Tengo tanto dolor!" Cecelia gritó súbitamente con una expresión de dolor en su rostro.
Edward frunció el ceño y la miró con ternura. Por otro lado, a Alexia la miraba con frialdad. "No hay nada que investigar. O confiesas tus crímenes o me divorcio de ti".
Alexia se paralizó. No podía pensar en nada, excepto en los cuatro años que pasó en esa casa. El ritmo de su corazón se estabilizó y dijo para sus adentros:
“Durante todos estos años no hicieron más que humillarme y faltarme el respeto. No me ven como la esposa de Edward, sino como una sirvienta. Estos cuatro años fueron suficientes para pagar por mi estupidez, así que..."
Lo miró, se secó las lágrimas y las palabras salieron de su boca como si las hubiera ensayado varias veces:
"Divorciémonos entonces, estoy cansada de todo esto".
Se alejó de ellos y se dirigió a su habitación. Los miembros de la familia Jones pensaron que estaba bromeando y se prepararon para burlarse de ella en cuanto volviera pidiendo perdón. Pero Alexia estaba decidida, empezó a meter toda su ropa en un bolso y pensó:
"He empacado y desempacado tantas veces, ya es hora de irme de aquí".
Tomó el documento que estaba encima de su ropa, cerró la cremallera del bolso y abandonó la habitación. Cuando llegó a la sala de estar, miró a Edward a los ojos y se lo entregó diciendo:
"Ya lo he firmado, firma tu parte y encuéntrame en el juzgado mañana a las ocho y media en punto. Estaré esperando".
Tras esto, salió de la casa. Él miró el certificado y no puedo evitar fruncir el ceño, pensando:
“¿Esa mujer quiere divorciarse de mí? Ahí estaré. Veremos si lo consigue”.
Cuando Edward se fue, el resto de los miembros de la familia se miraron confundidos por el giro de los acontecimientos.
Alexia salió de la casa y condujo hasta el centro de la ciudad, aparcó el coche delante de un edificio y se dispuso a entrar con su bolso. Se tapó la boca con las manos mientras las lágrimas rodaban por sus mejillas. Llamó a la puerta de un apartamento y, en cuanto le abrieron, se lanzó a los brazos de la persona y se echó a llorar.