Webfic
Open the Webfic App to read more wonderful content

Capítulo 6

—¿Amiga? A Sergio aquella palabra en nada le gusto. Cuando todas las dulces ilusiones se han desmoronado, de forma inevitable nace la frustración. La mujer que aquella noche había logrado conmoverlo de esa manera... Resultaba ser una mujer como esta. Sergio no pudo evitar sentir una punzada de repulsión. Una ira sin causa alguna comenzó a arderle por dentro, y su mirada se tornó cortante. —No traigas a cualquiera por aquí. Esta no es la pocilga que dices llamar casa. La tensión en su voz provocó que todos los presentes se sintieran intimidados al instante. Nadie comprendía por qué, si hacía apenas un momento parecía estar de buen humor, su ánimo se había derrumbado de pronto. Laura esbozó una sonrisa forzada mientras intentaba dar una explicación al respecto. —Perdón, como usted nunca viene por aquí, no pensé que le fuera a molestar, así que... —¿No te consideras demasiado importante? Elena ya no se atrevía a seguir jugando y se quedó allí, petrificada. El perro la empujó varias veces con el hocico y, al ver que no reaccionaba, acabó decepcionado llevándose la pelota por su cuenta. —Lo lamento de veras... No sabía qué había hecho mal. ¿Por qué Sergio se había molestado de un momento a otro? Miró a Laura, confundida y sin saber qué hacer. Laura se apresuró a decirle: —Eli, mejor regresa a casa por ahora. —Está bien. El dueño de la casa ya mostraba un rostro serio, así que Elena no se atrevió a quedarse más tiempo. Se dio la vuelta y fue apresurada al pabellón a recoger sus cosas. El mayordomo ordenó enseguida que prepararan un auto para llevar a Elena de regreso. Elena iba sentada en el auto, mirando distraída el paisaje que pasaba a gran velocidad al otro lado de la ventana. Ese mismo día había pensado que Sergio, aquel hombre del que se decían tantas cosas, no parecía ser tan temible como los rumores decían... Pero al final de cuentas, comprendió que simplemente no lo conocía lo suficiente. Sergio debía ser alguien de humor volátil. Sentía culpa. Parecía que su presencia había sido la causa del repentino enfado de Sergio, y que Laura había tenido que soportar las consecuencias de todo esto. Pensando en eso, se sintió aún más culpable. Sacó su celular y le con rapidez escribió un mensaje a Laura: [Perdón, Laura. Se que yo te causé muchos problemas.] El mensaje se envió, pero pasaron varios minutos sin que llegara una respuesta. — La mansión, que por un tiempo había cobrado algo de vida, volvió a quedar en completo silencio. Los sirvientes ya se habían retirado. Sergio, bastante serio, dijo con frialdad: —Lo de aquella noche fue un accidente. Igual ya se te debía una compensación. Si el abuelo te trajo aquí, puedes quedarte. Yo me encargaré de mantenerte, pero fuera de eso, no esperes nada más de mí. Laura era lista y entendió de inmediato lo que Sergio quería decir. Sergio no tenía el más mínimo interés en ella. Aun así, esas simples palabras de "me encargaré de ti" bastaron para alegrarla un poco. Vivir en una casa como esta, con todo al alcance sin límites... Era una vida demasiado buena como para exigir más. —Muchas gracias, señor Sergio. Sergio se marchó sin ni siquiera voltear. — Últimamente, la situación económica en el club había sido particularmente favorable y, Elena también tenía más trabajo que de costumbre. El mensaje que le había enviado a Laura tardó mucho en recibir respuesta. Laura le dijo que no había sido su culpa y que no se preocupara por eso, lo cual tranquilizó un poco a Elena. Sin embargo, después de eso, apenas volvieron a hablar. —El pedido del salón número uno, llévalo ahora. —Sí. Elena respondió con rapidez, tomó la bandeja y se dirigió a entregar las bebidas. Otra vez el salón número uno. No pudo evitar recordar aquella noche, y pensar de nuevo en Sergio. Todavía recordaba la expresión de su rostro la última vez que lo vio en la mansión. Seguro la detestaba. Apenas llegó frente a la puerta del salón uno, vio que esta se abría. Dos chicas muy guapas salieron de repente con expresión molesta y, solo se atrevieron a hablar una vez que se alejaron un poco. —Con lo difícil que fue conseguir entrar a este salón para acompañarlo a tomar unas cuantas copas, ¿y no viste cómo nos sacaron tan rápido? La otra intentó consolarla: —Es que es el señor Sergio. Nunca ha sido cercano con las mujeres. Es normal. —Eso lo entiendo, pero ya que vino, ¿para qué se hace tanto el interesante? —¡Shhh! No digas estupideces. ¿Acaso quieres perder la vida o qué? La que hablaba se dio cuenta enseguida del error y apresurada se tapó la boca antes de salir corriendo. Elena se puso super seria. ¿Sergio también estaba ahí? ¿Y si la veía otra vez... se enfadaría de nuevo? Se llevó la mano al rostro, tocando la máscara. Solo entonces se sintió un poco más aliviada. Por suerte, el club tenía la norma de que las meseras debían llevar siempre la máscara. Mientras él no la reconociera y ella se iría una vez entregado el pedido, no debería haber ningún problema. Elena llamó a la puerta con unos golpecitos. —Señores, su pedido ya llegó. Había cantidad gente en el salón privado, pero ella distinguió al instante a Sergio, que estaba sentado solo en un sofá. A diferencia de los demás, que estaban rodeados de chicas, Sergio, incluso en un lugar como ese, mantenía las piernas cruzadas y una expresión serena y distante. Conservaba esa presencia imponente que lo hacía destacar, distinto a sus dos acompañantes. Uno de ellos no paraba de hablar. —Sergio, ¿no se supone que ya superaste tu fase de abstinencia? ¿Cómo sigues aún con esa vida de autocontrol? ¡Te dejé a las dos más guapas y a pesar de todo las rechazaste! Sergio respondió con frialdad. —¿Estas son las mujeres con las que sueles salir? —¿Y qué tiene? —Tienes muy mal gusto. —¡Puff! El otro casi escupió del coraje y estalló furioso: —¡Te invito con toda la buena intención del mundo a celebrar, y no solo no aceptas mi gesto, sino que encima de todo criticas mi gusto! ¡¿No crees que te estás pasando de la raya?! Sergio le lanzó una mirada fulminante. El otro se acobardó enseguida, como si no hubiese sido él quien había hablado a gritos hace un segundo: —Está bien, está bien, mi gusto es bastante pésimo, el tuyo es mejor. A ver, dime, ¿qué tipo de mujer te gusta? Yo te busco una. Sergio no respondió. Bajó ligeramente la mirada, pero de pronto algo captó su atención. En ese preciso momento, Elena colocaba con cuidado las botellas sobre la barra una por una. La blusa corta dejaba ver su cintura blanca y esbelta, y bajo la minifalda asomaban unas piernas largas, delgadas y rectas que resultaban ser muy atractivas. En un lugar como ese había variedad de mujeres hermosas, y aun así, por alguna razón, Sergio solo tenía ojos para ella. Elena, al cumplir con su tarea, se preparaba para marcharse a toda prisa. Pero entonces, el hombre que no paraba de hablar de repente volvió a abrir la boca. —Sergio, ¿no será que te gusta este tipo de chicas? Sergio no dijo nada. Elena tampoco sabía a quién se refería y solo quería salir corriendo de allí cuanto antes. —Tú, la que trajo el pedido, espera un momento. Con ese llamado, Elena no tuvo más opción que detenerse en seco. Se giró, pero sin atreverse a mirarlos, bajó la cabeza. —¿Necesita usted algo más, señor? Esa voz delicada agradable hizo que en la mirada de Sergio apareciera un leve destello de interés. Le resultaba bastante familiar. Volvió a posar sus brillantes ojos sobre ella y la observó con más detenimiento. Esas dos miradas bastaron para que Diego García confirmara sus sospechas. Él conocía a la perfección a Sergio desde la secundaria; eran amigos desde hacía más de diez años. ¿Cómo no iba a saber cuándo algo le interesaba? ¿Desde cuándo Sergio había mirado a una mujer de esa forma? Jamás lo había hecho. Eso era prueba suficiente de que Sergio sentía algo por ella. Diego le hizo una señal con los ojos. —Quédate a tomar unas copas con Sergio. —Perdón, pero yo solo vine a entregar el pedido... —¿Es que no sabes quién es el señor Sergio? Que él quiera que te quedes a beber con él es un honor. ¿Estás segura de que quieres dejar pasar esta valiosa oportunidad?

© Webfic, All rights reserved

DIANZHONG TECHNOLOGY SINGAPORE PTE. LTD.