Webfic
Open the Webfic App to read more wonderful content

Capítulo 9

—¿Pero qué pasará con María? —Preguntó Lorena con timidez. La voz de Jairo se tornó de golpe gélida, como templada en hielo: —No te preocupes por ella. Si vuelve a intentar manipularte o presionarte, haré que lo pague. Lorena rompió a llorar con más fuerza, las lágrimas cayendo en grandes gotas: —Pero sin el pretexto de ser donante, ya no tendré razones para quedarme a tu lado. Jairo soltó una risa baja. Con los dedos le pellizcó suavemente la mejilla y la miró con ternura desbordante: —Te daré un puesto de asistente en prácticas. Mientras estudies iré a verte; en vacaciones vendrás a trabajar conmigo. Así podremos estar juntos siempre. Después, le besó con suavidad la coronilla: —De esta manera siempre tendrás motivos para estar a mi lado. María permaneció inmóvil, el frío le subió de los pies hasta envolverla por completo. En ese instante entendió que no servía explicar que no había empujado a Lorena. En el futuro que él imaginaba, ya no existía lugar para ella. Y mejor así. Porque en su propio futuro, tampoco habría lugar para él. María rompió a reír entre lágrimas, se dio media vuelta y salió tambaleándose. En los días siguientes, se encerró en la mansión. Jairo no regresaba, y ella ya ni se molestaba en preguntar. La enorme casa resonaba solo con sus pasos. A menudo se quedaba junto a la ventana, mirando cómo las rosas del jardín se marchitaban una a una, igual que su amor muerto. Llegó el día en que terminaba el periodo de espera del divorcio y Beatriz acudió. Le dio los documentos con una sonrisa triunfante: —Aquí tienes el acta de divorcio y la compensación. Yo le daré a Jairo su copia. Ahora cumple tu promesa y desaparece. María recibió los papeles con serenidad y, al tocar el acta de divorcio, sintió un alivio inesperado, como si soltara un gran peso. Con voz ligera dijo: —No te preocupes. A partir de hoy, jamás volveré a aparecer en su vida. Con la maleta en mano, se marchó bajo una fina llovizna, igual que aquella vez cuando conoció a Jairo por primera vez. Antes de abordar el avión, su celular vibró. Era un mensaje de Jairo: [El cuerpo de Lorena no es apto para donar. Pero ya encontré otro donante. ¿Dónde estás? Voy por ti para ir al hospital y organizar la cirugía.] María se quedó mirando la pantalla y de pronto sonrió. Ya no hacía falta, Jairo. Nunca más. De inmediato lo bloqueó, borró todos sus contactos y apagó el teléfono. Mientras tanto, Jairo sostenía el celular en la mano, intentando llamar una y otra vez, con una inquietud creciente. Tras consolar a Lorena, condujo de regreso a casa. La mansión estaba vacía; solo Beatriz lo esperaba en el sofá con una taza de café. —Mamá, ¿dónde está María? Beatriz dejó la taza en la mesa y lo miró con expresión compleja: —¿Y para qué la buscas? —Necesito hablar con ella sobre la cirugía de Arturo. Ella negó lentamente con la cabeza: —No hace falta. ¿Acaso no lo sabías? Arturo murió hace un mes. Las palabras cayeron sobre Jairo como un rayo; las llaves se le resbalaron y chocaron contra el suelo. —¿Qué dijiste? Beatriz le entregó el acta de divorcio: —También ya estás divorciado. A partir de ahora, María jamás volverá a tu lado.

© Webfic, All rights reserved

DIANZHONG TECHNOLOGY SINGAPORE PTE. LTD.