En toda Alborada era bien sabido que el joven heredero Jairo Beltrán solo amaba a chicas de dieciocho años.Esas muchachas eran frescas y delicadas, como flores de rocío que pronto se marchitaban a su lado.Hasta que conoció a María Méndez, una repartidora de comida a domicilio de dieciocho años. Aun con el uniforme puesto, logró que él no pudiera apartar la mirada.Después, todos pensaron que Jairo se había vuelto loco.La persiguió dos años con flores, regalos y hasta un departamento; lo increíble fue que acabó casándose con ella y volviéndose fiel.En el quinto año de matrimonio, al padre de María, Arturo Méndez, le diagnosticaron leucemia y Jairo financió a una estudiante pobre para que donara médula ósea compatible.Pero el día de la cirugía, aquella estudiante desapareció sin dejar rastro.