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Capítulo 15

Octavia había ido a su spa favorito a prepararse para su siguiente reunión social. Le estaban arreglando la piel, el rostro y las uñas cuando de repente le llegó una notificación a su celular. Al principio, ella decidió no prestarle atención, pero rápidamente se molestó después de que le llegaran dos notificaciones más, por lo que tomó su teléfono para saber quién se había atrevido a interrumpir sus planes. Ella no parecía nada sorprendida cuando notó que quien la estaba mensajeando era Bianca, una sirvienta que contrató específicamente para vigilar a Lucien. Eso no era tan extraño como sonaba, ya que ese hombre siempre traía algo entre manos, y para ella era necesario tenerlo constantemente vigilado. Sin mencionar que él hacía lo mismo con ella. El primer mensaje que leyó no le pareció tan alarmante como el segundo. Y después, ella se quedó mirando fijamente a una foto en la que se podía ver a Lucien durmiendo alegremente en la vieja cama de Alexandra junto a una foto del día que se casaron. Octavia estaba tan furiosa que habría arrojado su celular contra la pared más cercana de no ser por el hecho de que actualmente estaba en un lugar público rodeada de potenciales testigos, por lo que no tuvo más opción que aferrarse a su teléfono y contener su ira. «¿Por qué sigue pensando en esa mujer?», pensó ella con sus ojos rojos de la cólera. A decir verdad, uno de los miembros del personal había notado lo iracunda que estaba, pero decidió no comentar nada al respecto porque meterse con las personas de clase alta al final solo traería problemas. «Esa p*rra de Ariadne... ¿Cómo es posible que ella sea mejor que yo? ¿Qué podría tener ella que yo no?», se preguntó a sí misma. Ella sentía que su sangre le hervía y que estaba a punto de llorar de la indignación. «Yo misma me aseguraré personalmente de acabar con ella y de que Lucien nunca más vuelva a pensar en esa mujer». Con esa maquiavélica idea en su cabeza, Octavia no dudó en abrir sus redes sociales y escribir una publicación que decía: “Ariadne, no sé si llegarás a leer este mensaje, pero en caso de que lo hagas, me gustaría pedirte perdón una vez más. Soy consciente de que todavía estás enojada conmigo por la situación actual y puede que incluso me culpes por el hecho de que tu matrimonio no haya funcionado”. “Te entiendo perfectamente y te perdono por haberme empujado por las escaleras hace años. Por último, pero no menos importante, quiero pedir que me des tu bendición para mi compromiso y espero que puedas estar feliz por mí, ya que te veo como la hermana mayor que nunca tuve y a quien he llegado a amar y respetar en los últimos años. De corazón, deseo que todo te vaya de maravilla en este futuro incierto”. De esa forma, sin omitir lo que ella creía que era el nombre real de Alexandra, pulsó el botón de enviar y se aseguró de compartirlo en todas las plataformas disponibles. Gracias a su gran número de seguidores, la publicación que ni siquiera llegaba a las doscientas palabras causó un enorme escándalo en cuestión de minutos. Poco después de que el mensaje fuera publicado, una cuenta anónima compartió de improviso un video del incidente que había ocurrido años atrás. Durante el cumpleaños de Lucien, Alexandra, como su esposa en aquel entonces, se encargó de organizarle una fiesta inolvidable, por lo que invitó a sus socios comerciales más cercanos y preparó exquisitos aperitivos y bebidas. Pero a pesar de que la noche parecía transcurrir con normalidad, todo cambió en el instante en que la rubia avistó a Octavia. Era evidente que el mismísimo di*blo estaba maquinando algo mientras permanecía junto a la mesa de bebidas, de espaldas a la multitud y con los dedos metidos en su bolso. De repente, ella agarró un vaso con la intención de dárselo a Lucien y, al ver esto, Alexandra decidió que lo mejor que podía hacer era confrontarla en privado para evitar dañar la reputación de ambas. Ella no lo sabía, pero había cometido un error garrafal. En cuanto Octavia se percató de que su plan había sido descubierto, ella se lanzó deliberadamente por las escaleras, lo que terminó mandándola al hospital por dos meses. No obstante, aquellos que vieron el video llegaron a una conclusión muy distinta acerca de lo que realmente había acontecido. Ellos creían que “Ariadne”, la cruel esposa, había sido quien empujó por las escaleras a Octavia, la expareja de Lucien, en un arranque de celos. Y a pesar de que el rostro de aquella mujer no se podía ver con claridad, la sección de comentarios se llenó de insultos dirigidos a “Ariadne”. Las personas en internet se enfocaron principalmente en el hecho de que ella había “empujado” a Octavia por las escaleras a causa de los “celos” y deseaban descubrir quién era realmente esta mujer lo más pronto posible. Solo unas cuantas personas mencionaban estar del lado de la mujer rubia e intentaron defenderla lo mejor que pudieron. Octavia se regocijó al ver esto y se recostó a esperar que el fuego se expanda por sí solo. «Fin del juego, Ariadne». ..... Al salir del auto, Alexandra estornudó fuertemente mientras Michael mantenía la puerta del vehículo abierta. «Theodore es tan necio, no puede resistir maldecirme por un minuto en esa sombría mente suya», pensó la rubia para sí misma a la vez que entraba en la boutique Ez y aspiraba el fresco aroma a tela nueva. Al oír el timbre de la puerta, Quinn se acercó y dijo: “Bienvenida a Ez Dresses, espero que disfrutes tu tiempo aquí...”. La mujer de cabello color naranja se quedó sin palabras tan pronto como vio a Alexandra, quedando cautivada por su belleza y elegancia. A diferencia de su atuendo anterior, esta vez Alexandra lucía una falda corta ajustada de color negro y dorado, combinada con un top que le hacía juego. También llevaba puesto un grueso abrigo de piel negro sobre sus hombros que casi rozaba el suelo. Además, había vuelto a llevar su cabello suelto. Era como si todo su ser gritara que era una mujer poderosa y de clase alta. Inevitablemente, a Quinn le resultaba imposible no quedar asombrada por su apariencia. Alexandra esbozó una elegante sonrisa mientras se acercaba al mostrador y buscaba su tarjeta plateada en su pequeño bolso. “Buenos días, señora”, saludó Quinn mientras tomaba la tarjeta con sorpresa al darse cuenta de que era del color más exclusivo del círculo social de élite. Alexandra solo respondió el saludo de la mujer asintiendo con la cabeza. “M-Mi nombre es Quinn. Me contrataron hace poco, pero aun así me esforzaré por darle un servicio acorde a sus estándares”. Alexandra no le respondió directamente, pero sí le sonrió para demostrarle que la había escuchado fuerte y claro. “Usted debe ser la Sra. Grey, ¿verdad?”, preguntó Quinn, quien inmediatamente recordó haber visto aquel nombre en internet, pero no había tenido la oportunidad de ver una foto de ella. Sin embargo, ahora que la había visto en persona, sentía como si hubiera logrado algo increíble. “Así es, yo soy la Sra. Grey”. Por más exagerado que fuera, Quinn sintió que todas sus preocupaciones habían desaparecido cuando escuchó por primera vez la voz de Alexandra. Ahora que se encontraba más contenta que antes, Quinn salió del mostrador e indicó el camino hacia la habitación de la Sra. William: “Por aquí, Sra. Grey”. Por su parte, Alexandra se alegraba cada vez más conforme escuchaba todo el respeto con el que la señorita de cabello color naranja la trataba. Tan pronto como la vio ingresar a la habitación de la Sra. William, Quinn se recordó a sí misma que más tarde debía pedirle a Alexandra que se tomara una foto con ella. Aunque no estaba segura si lo conseguiría, sabía que si aparecía en una foto con ella, definitivamente lograría cumplir su sueño de aparecer en el top cinco de los temas más discutidos en las redes sociales. La realidad era que el puesto número uno le iba a pertenecer a una chica que había estado hablando sobre tonterías relacionadas al perdón y a alguien empujando a otra persona por las escaleras. Quinn sabía sobre la existencia de aquella publicación, pero no se había tomado el tiempo para leerla, sin mencionar que los comentarios solo la hacían enfadar. En cualquier caso, ella se sentiría satisfecha con estar por lo menos en la sección de temas más discutidos. Con eso como evidencia, tal vez sus padres se sentirían orgullosos de ver que su hija tenía una buena vida lejos de su hogar. Entonces, Quinn volvió a su mostrador deseando que todos los clientes que vinieran de ahora en adelante fueran parecidos a la rubia que acababa de atender. Dentro de la habitación, Alexandra y la Sra. William estaban abrazándose fuertemente y recordando los viejos tiempos. “Hijita, me alegro de volver a verte”, dijo alegremente la Sra. William mientras levantaba sus dedos para acariciar las grandes y rosadas mejillas de la rubia. Alexandra no pudo evitar sonreír genuinamente ante tal gesto. Después de todo, la Sra. William era una de las pocas personas que verdaderamente la trataban con respeto y cariño, a diferencia de mucha gente que conocía de la alta sociedad. Ella incluso la hubiera escogido para que sea su madre si tuviera la oportunidad de hacerlo. “El Sr. Langer me contó lo que pasó. Déjame decirte que fue un incidente muy lamentable”, dijo la mujer mientras dirigía a Alexandra a un lugar en donde ambas podrían sentarse cómodamente. “Sí que lo fue, pero eso ya quedó en el pasado. Ahora me siento mejor que nunca”, replicó ella. “Sí, definitivamente te veo mucho mejor. Pero debo admitir que me sorprendí mucho cuando me enteré de que eras la única hija de la prestigiosa familia Grey”, comentó la señora, haciendo reír a Alexandra. “Y por eso te pido perdón. Es solo que después de aquel devastador incidente, me dejé llevar por el amor y tomé la drástica decisión de abandonar mi identidad y mis conexiones, o al menos lo intenté. Pero como podrás ver...”, aclaró ella, lo que las hizo reír a ambas. Un momento después, Alexandra decidió dejar ese tema de lado para hablar sobre asuntos más importantes. Quedaban menos de tres días para la subasta, por lo que ella necesitaba que todo estuviera en orden. Además, debía asegurarse de estar presentable, ya que aquel día sería la primera vez que aparecería ante todos como la Sra. Grey. Tan solo pensar en ello la ponía nerviosa y le daba escalofríos. Y pensar que ella deseaba tener una vida en la que no tuviera que llamar la atención... “Sra. William, por favor dígame que ya tiene listo el vestido que le pedí”, inquirió Alexandra. “¡Claro que sí! Está hecho a la medida y diseñado a la perfección”, respondió la anciana mientras chocaba las palmas de sus manos. Seguidamente, le mostró a Alexandra un impresionante vestido rojo que hizo que le brillaran los ojos. El vestido tenía un encaje transparente para los brazos, un corte profundo en el centro y dejaba la espalda expuesta, sin mencionar que tenía la longitud perfecta para un vestido que llegaba hasta el suelo. Todo esto daba la ilusión de que originalmente le pertenecía a una diosa y que le fue encomendado a Alexandra por orden divina. La Sra. William también sacó otro vestido que parecía la versión barata del anterior, y aunque este no era tan hermoso como el primero, aún se veía elegante. “Son perfectos. Por favor, no vaya a olvidarse de enviarlos para mañana según acordamos”, dijo Alexandra sonriendo de oreja a oreja, a lo que la anciana respondió asintiendo con la cabeza. Una vez que concluyó lo que había ido a hacer, la rubia se levantó del asiento en el que estaba y abrazó a su figura materna una vez más antes de retirarse. Mientras iba de camino a la salida, Quinn la interceptó gentilmente y le preguntó si podía tomarse una foto con ella. Alexandra inspeccionó a la chica de pies a cabeza y notó que, incluso con el cabello recogido en cola de caballo, ella era una mujer con una belleza digna de ser envidiada por cualquiera. Excepto Alexandra, ya que en su corazón ella no tenía lugar para esas dañinas emociones. Ella estuvo a punto de responderle cuando de repente su celular comenzó a sonar, y Quinn decidió darle un poco de espacio para que ella pudiera contestar su llamada con tranquilidad. “¿Cuándo fue la última vez que viste tus redes sociales, Alexa?”, preguntó Theodore bastante enojado desde el otro lado de la llamada. “No tengo idea, pero creo que fue hace mucho”, respondió ella honestamente. “Pues te recomiendo que lo hagas en este mismo instante”, le indicó él. Suspirando, Alexandra decidió hacerle caso e inmediatamente se puso seria tras ver la primera publicación que le apareció. ¿En verdad sus enemigos la detestaban tanto? La publicación número uno en tendencias parecía haber sido escrita por una niñita, pero Alexandra sabía exactamente quién estaba detrás de todo este escándalo. “Ella es muy atrevida como para haber escrito semejante cosa”, dijo Theodore furioso antes de chasquear la lengua. A pesar de todo, a Alexandra no parecía importarle mucho esta situación, o al menos esa fue la impresión que dio cuando se despidió de Quinn antes de irse a su auto mientras miraba fijamente la pantalla de su celular. Habían muchos comentarios de personas que la insultaban y la criticaban por culpa de una publicación que estaba plagada de mentiras. “Esta idi*tez no me sorprende en lo absoluto. Yo ya sabía que tarde o temprano ella iba a hacer su jugada”, dijo la rubia mientras se sentaba en el asiento trasero del auto y se quitaba su abrigo. “No sé qué fue lo que Lucien vio en esa holgazana”, se burló Theodore, más molesto por los rumores que por la mujer en cuestión. Alexandra solo se encogió de hombros, pues tampoco sabía qué fue lo que él vio en ella. Después de todo, ella sabía que era mil veces más inteligente, hermosa y elegante que Octavia. “Eso nunca dejará de ser un misterio para todos...”, reflexionó ella mientras encendía su tableta para mirar el nuevo tráiler del juego de su compañía. “¿No crees que tu equipo de comunicaciones debería hacer algo al respecto?”, preguntó Theodore algo preocupado. “No realmente, de momento debemos dejarla pensar que ha ganado”, objetó ella mientras veía los comentarios. Tan pronto como vio que había uno malintencionado, lo borró con un solo toque. “¿Siquiera te molesta lo que está pasando?”, preguntó él confundido. “Pareciera que eso te ha molestado más a ti que a mí”, respondió ella casualmente. Al fin y al cabo, Alexandra estaba muy ocupada con su proyecto y realmente no le estaba prestando atención a las cosas que le decía a Theodore. Él se dio cuenta de esto y suspiró, lo que la obligó a responderle seriamente para tranquilizarlo: “Créeme, no hay ninguna razón para preocuparse por una publicación tan irrelevante”. “¿Y qué hay del video? ¿Eso no te preocupa?”, replicó él. “No realmente”. “Pero a mí sí”. “¡Theodore, ya olvídalo!”. Ninguno de los dos habló por unos segundos, y después de un último suspiro, finalmente se cortó la llamada. Theodore no parecía estar de acuerdo con lo que ella estaba haciendo, pero en realidad Alexandra tenía un plan. Ella quería sorprender a Octavia de la mejor manera posible, ¿y qué mejor forma de hacerlo que apareciendo en la subasta de la galería con un vestido similar al de ella, solo que mil veces mejor? Y eso tan solo era el principio. “¿Sra. Grey?”, dijo Michael desde el asiento del conductor, dirigiendo su mirada al espejo retrovisor para mirar a su jefa. Su voz había logrado interrumpir los pensamientos de la rubia, pero él tenía algo importante que informarle: “Nuestras fuentes indican que la pareja Benli va a subastar una pintura de Vincent Van Gogh que adquirieron del museo de Ámsterdam a principios de este año”. Alexandra se sorprendió mucho por esa noticia y abrió los ojos de par en par, lo que permitió que Michael pudiera ver que ella no siempre estaba seria. Si por alguna razón ella no lograba adquirir esa pintura, nunca podría estar tranquila. “Gracias por el dato, Michael”, replicó Alexandra y su asistente asintió con la cabeza. Entonces, ella apagó su tableta y apoyó su mentón en su mano mientras miraba el paisaje urbano a su alrededor. Sin saberlo, se dejó llevar por sus pensamientos y meditó acerca de una infinidad de cosas en cuestión de segundos.

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