Webfic
Open the Webfic App to read more wonderful content

Capítulo 4 Llevarlo a la locura

El auto seguía acelerando cada vez más y más. Ella no llevaba puesto el cinturón de seguridad; su cuerpo se balanceaba violentamente hacia adelante y hacia atrás. En silencio, deseaba que el carro corriera aún más rápido, y así se volcara directamente desde el viaducto. Si Rubén moría por su culpa, indirectamente sería como vengar a su padre. El automóvil de Rubén finalmente se detuvo frente a la escuela de Nora. El vehículo estaba intacto y ninguno de los dos había muerto. Nora giró para abrir la puerta. Pero la puerta estaba cerrada con seguro; no pudo empujarla para abrir. —Abre la puerta. —Me separé de ti, no para que te degradaras de esa manera. Rubén había permanecido en silencio durante más de media hora; su ira aún no se había disipado. Nora vio cómo sus labios temblaban. No lo entendía. Claramente había sido él quien jugó con ella, quien la usó y luego la abandonó sin siquiera poner la cara. ¿Cómo podía estar tan furioso? Nora respondió con la mayor calma posible: —Sí, como dices, ya no estamos juntos, no tengo nada que explicarte. ¿Por qué vienes ahora a arruinarme mi sustento? Una vena azul apareció de repente en la frente de Rubén. —¡Nora! ¿Cuándo te convertiste en esto? ¿Quién te dijo que fueras a ese tipo de lugares? —Quiero bajar del auto. Nora se inclinó directamente para presionar el botón de desbloqueo al lado de él. Había estado en este carro muchas veces. Rubén le agarró la muñeca con fuerza, la empujó de nuevo al asiento y luego se inclinó sobre ella, imponiéndose. Su entrecejo estaba fruncido; el calor de su respiración, mezclado con rabia y violencia, le golpeaba la cara. En ese instante, el miedo de Nora no provenía del hombre frente a ella, sino de una fuerza oscura e invisible a su lado, Silvia. Sintió miedo, y cuanto más miedo tenía, más intensamente luchaba por liberarse. Cuanto más se resistía, más ardía la furia en los ojos de Rubén. —¿Por qué huyes? Hace poco permitiste que un hombre que acababas de conocer jugara con tu cuerpo, ¿cuándo te volviste tan despreciable? El semblante de Nora se tornó completamente pálido; todo su cuerpo se paralizó, y la oscuridad en sus ojos no se diferenciaba de la de alguien al borde de la muerte. Rubén la miraba fijamente, su voz ronca por la rabia. —¿Qué demonios te pasa? ¿Te degradas así solo para vengarte de mí? Nora levantó los párpados, meditando por un segundo lo que había escuchado. —¿Vengarme de ti por qué? Rubén observó su semblante pálido, carente de vitalidad, y sus ojos se llenaron de dolor. —Sé que has sufrido. Silvia fue a buscarte y sé lo que hizo. La razón por la que no te vi entonces fue para protegerte. Esta vez he regresado para romper mi compromiso con ella. —Yo me encargaré de vengar todo lo que has soportado por su culpa. Cuando todo se resuelva, volveremos a estar como antes. Por ahora, solo pórtate bien y espérame. Su tono se volvió cada vez más suave, igual que en el pasado, como si todo estuviera bajo su control, como si pudiera pasar página con una simple frase. Después de algunos segundos de silencio, Nora soltó una breve risa. —¿Y cómo piensas vengarme? Ella me abofeteó dos veces en público. ¿Vas a devolvérselas? Él quedó paralizado por un instante; en sus pupilas se dibujó una sombra oscura y tensa. —¿Te pegó? Nora había averiguado después los antecedentes familiares de Silvia. En Miraflores, Silvia tenía un estatus equivalente al de una princesa medieval. Probablemente, incluso si cometiera algún crimen, nadie se atrevería a tocarla. En el instante en que la mirada de Rubén se endureció repentinamente, Nora comprendió. No tenía ni la capacidad ni la intención de enfrentarse a la familia Rojas por ella. Con una sonrisa cargada de sarcasmo, Nora levantó ligeramente la comisura de los labios. —Señor Rubén, entre nosotros todo ha terminado. No quiero volver a verte en toda mi vida. —Déjame bajar, o llamaré a tu prometida para que me abra la puerta. Rubén le apretó la muñeca con fuerza. Su voz era ronca. —Nora, sé que estás enfadada conmigo. Si quieres desahogarte, puedes golpearme todo lo que quieras. —Nací en una familia así, hay muchas cosas que no están bajo mi control... Créeme, todo el sufrimiento que has pasado, algún día te lo compensaré con creces. Sé buena y dame un poco de tiempo, ¿sí? Nora se burló en su interior, tomando sus palabras como si fueran aire. —No puedo esperar. Y tampoco pienso depender de ti. Había investigado sobre la familia Rojas y la familia Reyes. Ambas estaban entrelazadas desde hacía más de una década; sus raíces estaban completamente fusionadas. ¿Cómo podría Rubén enfrentarse a toda la familia Rojas por ella? Si realmente no temiera a la familia Rojas, cuando Silvia apareció en la puerta aquella vez, él no habría huido al extranjero durante tres meses ni habría cambiado de teléfono para no responderle. —¿Y en quién piensas confiar entonces? ¿En Martín? Rubén recordó la escena que había visto en la habitación privada esa noche y, al instante, sus ojos se llenaron de ira. —¿Solo para vengarte de Silvia, permitiste que ese hombre te tocara, que se acostara contigo? Nora, ¡habría preferido que me mataras directamente! —Los meses que pasé en el extranjero, pensé en ti hasta volverme loco. Me enfrenté a mi familia para regresar, y cuando regreso, te encuentro ahí, sentada, dejando que otro hombre juegue contigo. ¿Quieres volverme loco? —¿Fuiste tú quien dijo que solo me dejarías acostarme contigo toda la vida? Nora, en aquel entonces, había sido demasiado ingenua. Con solo unas pocas palabras dulces, él la había hecho creer ciegamente, al punto de que habría entregado su vida entera por él. Pero, en realidad, para Rubén solo había sido un juego. Si lo pensaba bien, ¿cómo podría haberla querido para casarse? Él sabía perfectamente cómo era el carácter de su prometida. Aun así, se marchó y la dejó sola, para que ella soportara la locura de Silvia. Al ver el cambio en la expresión de Nora, Rubén pareció adivinar lo que estaba pensando. Temiendo que pronunciara palabras aún más hirientes, se precipitó a besarla. El beso fue profundo y urgente. Nora estaba atrapada bajo su peso, sin poder respirar; en ese espacio estrecho no había lugar para resistirse.

© Webfic, All rights reserved

DIANZHONG TECHNOLOGY SINGAPORE PTE. LTD.