Webfic
Open the Webfic App to read more wonderful content

Capítulo 6

No fue hasta la madrugada del día siguiente que Laura recuperó algo de fuerzas y fue al hospital a tratarse las heridas. Al ver el estado en que llegó, los médicos se quedaron horrorizados; tardaron tres horas enteras en limpiar y vendarle todas las lesiones. El dolor la hizo sudar frío y se le rompieron varias uñas, pero al final logró resistir. Pasó dos días en el hospital y sus heridas empezaron a sanar. Durante ese tiempo, María no dejaba de enviarle mensajes cargados de provocación. [Papá y mamá ya aceptaron transformar tu cuarto en la habitación del bebé. Cuando Víctor y yo tengamos hijos, vivirán allí. ¿Cuándo piensas sacar tus cosas?] [Hoy Víctor me acompañó a elegir vestidos y me compró todos los que me gustaron. Me dolían los pies de probarme zapatos y él me masajeó las piernas.] Al ver las fotos de Víctor mirando a María con cariño, los ojos de Laura solo mostraban vacío. No respondió a ninguno de los mensajes. Cuando sus heridas sanaron y volvió a casa, se puso a hacer la maleta. Excepto por los documentos esenciales, desechó todo lo demás. El mayordomo, al ver la habitación casi vacía, se acercó con cautela para advertirle: —Señorita María dijo que lo que quiere es que usted se mude al sótano. Aunque no tiene buena luz, hay espacio suficiente. No hace falta tirar todas sus cosas. Laura observó la habitación vacía y respondió con voz suave: —Ya no me sirven. Pronto me iré al extranjero y no volveré nunca más. El mayordomo se quedó perplejo, y en su mirada se notaba la sorpresa. —¿No volverá después de irse? Antes de que pudiera terminar, Víctor abrió la puerta del salón y entró. —¿Quién se va y no vuelve? El mayordomo estaba a punto de responder, pero María salió del dormitorio: —¿Por qué has llegado tan temprano? ¡Todavía no me he maquillado! Víctor no les hizo caso y se acercó a María, acariciándole la nariz con el dedo. —No hay prisa, puedo esperarte mientras te maquillas. —Siempre me cuesta las cejas. Hazlas tú, que tienes buena mano. Ambos entraron en la habitación entre risas y cerraron la puerta. Laura desvió la mirada y terminó de cerrar su maleta. Durante todo el día, Víctor y María no se separaron ni un instante, acaramelados y cómplices. Él le preparaba el desayuno, la abrazaba y le daba de comer en la boca. Veían películas juntos, y él le señalaba los detalles ocultos de las escenas. Se besaban en la terraza y el carmín de María manchaba la camisa de Víctor, cuyos ojos desbordaban ternura. Las empleadas de la casa, al verlos, comentaban entre ellas: —La señorita María y el señor Víctor están tan enamorados que parecen recién casados, aunque aún no hayan firmado los papeles. —La señorita María siempre ha sido consentida desde niña y ahora, al casarse con alguien que la adora como el señor Víctor, seguro será aún más mimada. De verdad tiene suerte. —Qué lástima por la señorita Laura. Siempre ignorada por la familia, y cuando por fin se enamoró, tuvo que ser de su cuñado, ¡qué mala fortuna! A través de la puerta, Laura escuchaba aquellos comentarios y bajaba la mirada. En el pasado, también había cuestionado al destino por tratarla así. Pero tras haber muerto una vez, comprendió que todo aquello que se tiene que pelear no le pertenece. Así es la familia, así es el amor. Por eso ya no sentía apego, solo deseaba marcharse, salir de ese lodazal para siempre.

© Webfic, All rights reserved

DIANZHONG TECHNOLOGY SINGAPORE PTE. LTD.