Capítulo 28 ¿Quieres que sea tu antídoto?
—Llevarte un tramo —dijo Bruno.
—No es necesario, por favor, señor Bruno, pídale al chofer que se detenga ahora. Puedo subir al auto de mi amiga —rechazó Julia.
—¿Y si insisto en llevarte? —Bruno curvó los labios en una ligera sonrisa; sus dedos largos seguían sujetando con firmeza la muñeca de Julia.
Los dedos fríos de Bruno, en contraste con la piel ardiente de Julia, le provocaban una sensación extraña.
Julia arrugó la frente. —Suéltame.
Los ojos de Bruno destellaron apenas, mientras la yema de su dedo rozaba, casi imperceptible, la piel de la muñeca de Julia. —¿De verdad quieres que te suelte?
Un escalofrío recorrió a Julia, seguido de una oleada de cosquilleo que se extendió desde la muñeca hasta todo su cuerpo.
Ese calor sofocante en su interior se intensificó aún más.
—La señorita Julia no parece estar muy bien, ¿realmente quiere ir a la comisaría? —La voz de Bruno resonó en su oído.
Julia apretó sus labios, ya enrojecidos. Al mirar aquellos labios finos de Bruno que se abrían y

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