Capítulo 18
Una hora después, José y Ángela habían completado el registro de matrimonio.
José le entregó una tarjeta bancaria y dijo con serenidad: —Esta es mi cuenta de ahorros. A partir de ahora, si necesitas dinero para cualquier cosa, usa la tarjeta. La contraseña es tu fecha de cumpleaños.
Ángela negó con la cabeza. —No hace falta, tengo mi propio dinero.
José, sin aceptar objeciones, le colocó la tarjeta en la mano. —Ahora eres mi esposa. Mantenerte es mi deber.
Su mirada descendió hacia el vientre todavía plano de Ángela, y la comisura de sus labios se curvó en una sonrisa cálida e involuntaria.
—No solo debo mantenerte a ti, también a nuestro hijo.
Ángela arrugó la frente. —Me casé contigo, pero no porque necesite depender económicamente de un hombre.
Cuando se casó con Rubén, había dejado su trabajo por exigencia de él y se dedicó a ser ama de casa.
Sin embargo, antes de morir, Leticia había transferido todas sus acciones de la Corporación Nueva Era a nombre de Ángela.
Solo los dividendos

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