Capítulo 14
Los ojos de Josefina recorrieron la expresión de agraviado de Andrea y dijo, con lentitud:
—Ni siquiera puedes hacer bien un trabajo tan simple como servir a los demás.
—Entonces, que se vaya.
Los ojos de ella se humedecieron al instante, y las lágrimas amenazaron con caer.
Federico arrugó la cara, pero no asintió.
Josefina curvó ligeramente los labios y su mirada fue helada al dirigirse al hombre. —¿Qué pasa? ¿Te cuesta dejarla ir?
Los ojos de él reflejaban contención. Su voz sonó grave e imperturbable.
—Josefina, tú misma dijiste que querías convertir a Compañía Viento del Este en una empresa con un ambiente laboral excelente, donde los empleados se sintieran cálidos y cómodos. Pero, si por un pequeño error ya querías despedirla, ¿no harías que todos los empleados vivieran con miedo constante?
Usó sus palabras para cerrarle la boca.
Ella alzó la vista para encontrarse con la de él; su mirada era indiferente.
—¿No acabas de decir que, en cualquier momento, podía sacarla? Pues bien, ah

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