Capítulo 62
Esos asuntos no eran algo por lo que un asistente como él debiera preocuparse.
Luis guardó silencio por un instante, luego suspiró con suavidad y dijo:
—Señor Federico, ¿le parece si lo llevo al hotel donde solía hospedarse con frecuencia?
Federico respondió irritado: —Tengo casa, ¿por qué tendría que ir a un hotel?
Luis no dijo nada.
Cuando tenía casa, insistía en quedarse en hoteles. Ahora que ya no tenía adónde ir, resultaba que no quería ir a uno.
Desde que salieron del restaurante, una ráfaga de aire frío los había alcanzado. En ese momento, Federico sentía que la cabeza le daba vueltas.
—Llama a Josefina. Que venga a buscarme y me lleve a casa.
Luis mostró una expresión de absoluta impotencia.
Josefina se había marchado hace apenas un momento, con una determinación rotunda. Era evidente que no regresaría.
Luis reflexionó unos segundos y decidió que, de todos modos, debía intentarlo.
Josefina acababa de llegar a su residencia y estaba por estacionar el auto cuando recibió la llama

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