Capítulo 31

La voz del hombre era empalagosa, y su mirada descarada resultaba francamente incómoda. Las cejas de Catalina se fueron frunciendo poco a poco. En realidad, entre ella y ese hombre existía un viejo resentimiento. El sujeto se llamaba Lucas, heredero del Grupo Fortaleza. Como fue un hijo muy deseado, la familia Pérez lo había consentido en exceso, criándolo como un holgazán arrogante y sin propósito. Pasaba el tiempo entreteniéndose a costa de los demás. Catalina no lo había visto muchas veces, pero cada vez que aparecía con su pandilla de parásitos, la molestaban y se burlaban de ella sin escrúpulos. Y como el Grupo Fortaleza tenía vínculos comerciales con el Grupo Andino, Catalina no tenía más opción que aguantarse. Pero lejos de detenerse, el acoso fue en aumento. Lucas no le quitaba los ojos de encima a Catalina; su mirada parecía adherirse a su figura. Con una copa de vino en la mano, se acercó a ella. —Señora Guzmán, ¿a quién se debe que esté tan radiante últimamente? Más hermosa.