Capítulo 18

—Primero, el agua entra por la nariz y arde como si te quemara. La voz de Amelia era muy suave, como si estuviera contando la historia de otra persona.—Luego, los pulmones empiezan a convulsionarse por completo, quieres respirar pero solo logras aspirar más agua. Lo que más da miedo es... —Ella levantó la mirada.—Puedes sentir con claridad cómo la vida se te escapa, pero te sientes impotente. Juan notó que el dedo anular de la mano izquierda de Amelia estaba torcido de forma extraña, una deformidad inevitable tras una fractura ósea mal curada. —Soñé que... Amelia se puso de pie de repente y se fue hacia el escritorio, de donde sacó una bolsa de papel kraft del cajón más bajo.—Deberías ver esto. Juan tomó cuidadoso la bolsa de documentos, notando así su peso en las manos. De ella cayeron un montón de fotos, historiales médicos y.… Una copia manchada de café de un certificado de matrimonio. —Así que este era tu verdadero nombre... —Sin pensarlo las palabras de Juan se le atascaron en la