Capítulo 168
—Bien, iré a averiguarlo ahora mismo... Carmen agarró codiciosa el dinero y salió corriendo.
Brisa no temía que tomara el dinero sin hacer nada en lo absoluto; después de todo, las personas codiciosas siempre están pendientes del dinero.
—
Lucía enseguida pagó la cuenta y luego fue a buscar a Francisco, pero la oficina ya estaba vacía.
Al final, llegó un paso tarde. Sintió una leve desilusión en el fondo de su corazón y, de repente al girar la cabeza, miró en dirección a la habitación de Honorato.
No sabía si su estado había mejorado.
Sin el permiso del médico, no se atrevía a visitarlo por su cuenta, así que solo pudo darse la vuelta y marcharse.
El ascensor al final del pasillo estaba justo en el último piso. Presionó el botón un poco para bajar y esperó.
Poco después, las puertas del ascensor se abrieron. Antes de que pudiera entrar, escuchó una voz masculina que le resultaba algo familiar.
—Doctor Pablo, no olvides que aún me debes un favor.
Era Facundo, con quien

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