Capítulo 198
El sonido del auto alejándose resonó en la noche. Lucía sintió un escalofrío de temor y, al recobrar la compostura, intentó salir de los brazos de Wálter.
Sin embargo, su largo cabello se había enredado en los botones de la camisa del hombre, provocándole un dolor agudo en el cuero cabelludo, lo que la hizo inclinarse involuntariamente hacia él otra vez.
Dos botones de la camisa de Wálter se soltaron, dejando al descubierto su pecho de un tono bronceado. Su mejilla, fría y suave, rozó su piel.
Los ojos de Wálter se oscurecieron al verla acurrucarse de nuevo contra su pecho, con la nariz enrojecida y los ojos empañados de humedad.
Quizás le había dolido, porque dejó escapar un gemido suave. Su voz, ronca por el resfriado, sonó especialmente delicada en la quietud de la noche, provocando un ardor impaciente muy dentro de si.
—¡No te muevas! —ordenó Wálter con irritación. El aire helado se colaba entre ellos, pero dentro de él ardía un calor sofocante.
El contraste extremo lo

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