Capítulo 14
A Julio le daba risa de la rabia, soltando una carcajada fría:
—¿Quién dijo que ya no me gusta? La amo, es la persona que más quiero. ¡Tú no eres más que un simple juguete! ¿Quién te dio derecho a ponerle la mano encima? ¡Asistente Carlos, actúe de inmediato! ¿O necesita que le enseñe cómo hacerlo?
El asistente pensaba para sus adentros si realmente el señor Julio amaba a la señorita Silvia, siendo capaz de tratarla así. No lo comprendía.
Pero, aun así, obedeció a Julio al pie de la letra y, usando toda su fuerza, le dio una bofetada a Paula.
La diferencia de fuerza entre un hombre y una mujer era evidente: con solo una bofetada, la cara de Paula se hinchó al instante, borrando por completo la fragilidad y compasión que antes mostraba.
El golpe fue tan fuerte que apenas pudo mantenerse en pie; se apoyó contra la pared mientras las lágrimas, esta vez auténticas, le rodaban sin parar por el rostro.
Tampoco quedaba rastro de la arrogancia anterior; en ese instante, su voz se tornó sumisa

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