Capítulo 25
Fuera de la puerta, Paula se quedó sola en el mismo lugar; una ráfaga de viento frío la azotó, como si se burlara de lo ridículo de la situación.
Caminaba sin rumbo fijo. Al pasar junto a una fuente, echó un vistazo casual a su reflejo en la superficie del agua y se llevó un susto terrible.
—¡Ah!
Paula se cubrió el rostro, gritando como una loca.
No podía creer que aquella mujer aterradora que veía en el agua fuera ella.
Durante todos los años que estuvo encerrada en prisión, no tuvo tiempo ni energía para arreglarse; cada día, las viejas heridas apenas sanaban y ya aparecían nuevas cicatrices.
Las heridas nunca recibieron el tratamiento adecuado, se infectaron y supuraban constantemente.
Pensar que antes ella era la más coqueta... ¿cómo había llegado a ese punto?
Paula no lo entendía.
No solo ella sufría; incluso Juan y Susana vivían constantemente en la miseria.
Cuando estaba en la cárcel, alguien le mostró cómo estaban.
Como ya eran mayores y su salud no era la de antes, además de q

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