Capítulo 28

La imponente presión que emanaba de Teodoro apenas se alivió cuando Nancy llamó a la policía. Él no dijo nada más. Permaneció en silencio detrás de ella. Nancy recibió la llamada de la policía confirmando que atendían su denuncia, entonces se volteó, levantó la barbilla, y en sus ojos volvió a brillar un destello, con un toque de falsa ligereza. —No fui yo quien cometió el error, nuestra relación fue normal, ¿qué hay de malo en eso? Aunque en la foto parezca descarada, fue por amor a él. Quien debería ser puesto en prisión era ese hombre que usa el amor como arma. En los ojos de Teodoro brillaba un leve interés. Nancy pensó que él la iba a bromear, pero solo dijo: —Hiciste bien. Su voz era grave y firme, sincera. De repente ella sintió que tal vez seguir colaborando con él no sería algo malo. En ese momento, su teléfono volvió a vibrar. En la pantalla apareció el nuevo número de José. Nancy le puso el manoslibres. Al contestar, la voz furiosa y casi salvaje de José atravesó el auricula