Capítulo 41
Cuando los hermanos de la familia Reyes se marcharon, la amplia villa quedó sumida en un silencio profundo.
Quizá por costumbre, cada vez que Gisela salía de su dormitorio miraba de manera inconsciente hacia la habitación de enfrente.
Cuando Federico vivía allí, a veces coincidían justo al cruzar las puertas.
El, con un impecable traje o relajado con ropa de estar en casa, ella siempre lo saludaba con un: buenos días. Y Federico respondía con un leve asentimiento, serio y distante.
Ahora, esa puerta permanecía cerrada, sin un solo indicio de vida. Solo entonces Gisela cayó en la cuenta con un pequeño vacío en el pecho de que Federico ya había vuelto a Venturis.
El amplio comedor de la planta baja también estaba en silencio, con Gisela desayunando sola todos los días, envuelta por la quietud del espacio.
Gisela pasaba aún más tiempo en el hospital acompañando a Valeria, y su vida se dividía entre dos lugares: la villa y la habitación hospitalaria.
Tomás y Leticia regresaron a Venturis s

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