Capítulo 79
El repentino gesto de acorralarla contra la pared dejó a Gisela atónita.
Las profundas pupilas negras de Federico reflejaban su silueta.
El rostro del hombre estaba tan sombrío como una capa de hielo.
Entornó los ojos, sus cejas rectas se fruncieron ligeramente y, palabra por palabra, con los dientes apretados y una voz helada hasta los huesos, dijo: —¿Y qué si terminamos?
El corazón de Gisela dio un salto.
Tal como pensaba, él realmente estaba enfadado por eso.
Bajó la cabeza, agachó la mirada y murmuró en voz baja, sin mucha confianza: —Entonces, ¿qué más podría decir...? ¿Acaso no es así?
—Heh. —Federico soltó una risa impregnada de furia.
Aún se atrevía a rebatirlo.
—No lo es. —El hombre lo negó rotundamente, con la mirada tan oscura como la tinta.
—¿Mm? —Gisela no lo entendió.
—Mi matrimonio podía decidirlo yo mismo. Aunque ellos no estuvieran de acuerdo, no servía de nada.
—Pero...
—No hay peros. —El aura de Federico se volvió fría y cortante.
Soltó a Gisela, sacó el teléfono y l

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