Capítulo 14
Raúl aún quería decir algo, pero al otro lado ya habían colgado la llamada.
Miró de reojo el espejo retrovisor y, al encontrarse con aquella mirada, bajó el teléfono con cierta incomodidad.
Salvador soltó una risa fría; en el fondo de sus ojos solo había ironía. —¿Quién te dijo que la llamaras? Seguro que desea que me muera pronto, para poder estar con quien realmente quiere.
Raúl apretó el volante en silencio, sin atreverse a pronunciar palabra.
¿Debían volver a la Villa Nube Serena o ir directamente al hospital?
Salvador observó el techo del vehículo. La luz interior era tenue, y la claridad cambiante que entraba por las ventanas dejaba entrever un destello de autodesprecio en su mirada.
Tras un largo silencio, murmuró: —Volvamos a la Villa Nube Serena.
—Pero, señor Salvador, su mano...
—No pasa nada.
Raúl no tuvo más opción que conducir de regreso a casa.
No habían pasado ni diez minutos desde su llegada cuando llamaron desde la casa de los Herrera: Norma se había caído durante su p

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