Capítulo 85
—¡Mamá!
Amelia cerró los ojos por un instante: —Voy a cambiarme el nombre. Ya lo dije. No armes un escándalo.
Al mediodía, ella solo había querido traerle a Lorena un pequeño obsequio hecho a mano. Gracias al mensaje de esa mañana, su amistad de tantos años se había restablecido, y eso la llenaba de alegría. No esperaba que Liliana la hubiera seguido.
Con los años, Liliana se había vuelto una persona profundamente egoísta. Se burló con frialdad: —Amelia, te crie todos estos años, ¿fue para que me respondas así? Mira este dedo, lo perdí por tu culpa, por tus gastos médicos. En ese entonces tenías fiebre alta y estabas al borde de la muerte, solo faltaban unos cientos de dólares. ¿Te conté ya cómo perdí este dedo?
Cada vez que Liliana mostraba ese dedo, Amelia sentía como si le apretaran el cuello. No podía pronunciar ni una sola palabra.
Una chispa de orgullo cruzó los ojos de Liliana, y luego fingió benevolencia.
—Bueno, que ustedes dos vayan a disculparse tampoco es gran cosa. Desde a

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