Capítulo 17
Al pasar por un cruce, Valeria se arrancó el cinturón de seguridad de golpe: —¡Adrián! ¿Qué te pasa? ¡Has estado distraído todo el día!
Las manos de Adrián, en el volante, se tensaron de repente.
La Valeria de sus recuerdos siempre había sido suave y delicada; su voz arrastraba un final blando, pero en ese instante había algo extraño en ella.
Él giró la cabeza y sus miradas se encontraron.
—¿Valeria? —Se mostró sorprendido.
Valeria reaccionó al instante a su propio arrebato y se apresuró a recomponer su expresión: —Perdón, me asusté hace un momento y me alteré un poco.
Bajó la cabeza; sus largas pestañas proyectaron sombras bajo los ojos. —No te lo tomes a pecho.
Adrián fijó la mirada en su perfil inclinado y, de pronto, sintió que le resultaba un poco desconocida.
Pero los mensajes sin leer del detective tiraron otra vez de su atención. Puso en marcha el carro de nuevo: —He estado descuidado. Te llevaré a casa para que descanses.
Los nudillos de Valeria, aferrados al dobladillo de su

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