Capítulo 24
Al ver a José en el hospital, en un país extranjero, Rosa sintió que había encontrado su última tabla de salvación.
Lo miraba fijamente, temerosa de que él desapareciera en un abrir y cerrar de ojos.
—José, tengo miedo; no me dejes.
Él caminó hacia Rosa sin mostrar emoción alguna, paso a paso. Ella, con una sonrisa de alivio en la cara, lo observaba.
Pero en el siguiente momento, su sonrisa se detuvo de golpe.
José, con una actitud completamente indiferente, dijo con voz vacía, sin mostrar la más mínima emoción.
—Es sangre RH negativo, Ana tiene el brazo cortado por el cristal; ha perdido tanta sangre que su cara se ha puesto pálida; necesitamos sacar más sangre para tener reservas.
Rosa, con los ojos desorbitados, no podía creer lo que escuchaba, ya que ella era la que estaba gravemente herida.
Todo parecía estar al revés.
Antes, Ana había sido la que José había obligado a donar sangre.
Rosa luchaba con todas sus fuerzas, pero su sangre seguía siendo extraída.
400cc, 800cc, Rosa ya ha

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