Capítulo 116
Gonzalo mantenía la mirada indiferente; ni siquiera la dirigió hacia ella, sino que se volteó hacia Valeria y levantó la mano para señalarle la venda. —¿Tu propia herida aún no ha sanado y ya te metes en los asuntos de los demás?
—Solo tenía curiosidad...
Valeria respondió, con esa actitud de hacer lo que le venía en gana delante de Gonzalo.
El simple ambiente entre los dos bastaba para que Sara perdiera toda esperanza posible.
Con los ojos enrojecidos, salió de su escondite. Yo me acerqué y le tomé la mano, apoyándola.
Ella pareció captar mi consuelo y, con desesperación, se apoyó en mí.
Suspiré y le di una palmada en el hombro. —No pasa nada, regresemos.
Fue entonces cuando Valeria pareció reparar en mi presencia; se levantó y salió también, sin poder evitar dirigirse a mí con aires de grandeza: —Bianca, deberías dedicarle más tiempo a Salvatore en lugar de andar por ahí mezclándote con cualquiera, sea quien sea.
—Primero, no es cualquiera.
Respondí serena: —Segundo, si de verdad ded

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