Capítulo 162
La familiar voz fría de un hombre resonó no muy lejos.
—Bianca, ven aquí.
Carmen se levantó de inmediato y siguió con la mirada la dirección del sonido.
Salvatore salió de la oficina, impecablemente vestido con un traje, imponente en su porte.
En cuanto apareció, casi todos los empleados que estaban absortos en su trabajo levantaron la vista hacia él y contuvieron la respiración.
Su aura era demasiado poderosa: aunque se limitara a permanecer allí de pie, resultaba imposible ignorar su presencia.
Y, sobre todo, aquella cara suya, atractiva hasta el exceso, podía rivalizar en belleza con los principales actores famosos y, además, gracias a la autoridad que emanaba de su posición, transmitía una presión aún más aplastante.
Carmen parpadeó y, sin saber por qué, parecía incluso un tanto alterada.
—Bianca, no vayas...
Al ver que yo levantaba la pierna para dirigirme hacia él, me sujetó la mano por instinto y negó con la cabeza.
Yo me mostré algo perpleja. —¿No me dijiste que debía seguir el

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