Capítulo 19
—Así que era eso...
Por lo que contaron él y Carmen, me hice una idea general de lo ocurrido en esos años.
Con eso debería bastar para disimular frente a Salvatore. No quería que se enterara de que había perdido la memoria; sería un problema para el divorcio.
Pero, aun después de escuchar lo que dijeron, no pude evitar sentir cierta conmoción.
¿A los veinticinco años realmente fui capaz de amar a alguien hasta ese extremo?
Para la Bianca de dieciocho años que era ahora, me resultaba inconcebible.
De pronto tenía siete años más de edad y, además, me había convertido en aquella mujer que antes más despreciaba: una ciega por amor. No había manera de que lo aceptara.
Justo cuando estaba charlando y riendo con Carlos, a mi lado sonó de repente una voz femenina, conocida y coqueta.
—¿No es Bianca? ¿Qué hace con Carlos...?
Tras decirlo, pareció caer en la cuenta. —Claro, debe de ser porque ayer Carlos la salvó, y ahora viene a darle las gracias. Estoy segura de que la señorita Bianca no es de

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