Capítulo 212
Él aún no había terminado de hablar cuando Salvatore lo interrumpió. —Es culpa mía.
Lo miré de reojo. —Cuando desperté por primera vez, él también me advirtió lo mismo; todos tus amigos me dijeron lo mismo, que no fuera desagradecida.
Hice una pausa y mi tono se suavizó. —Salvatore, ¿todavía piensas que no debemos divorciarnos?
...
Aquel día, después de salir del hospital, pasé mucho tiempo sin volver a ver a Salvatore.
Ya le había dejado las cosas muy claras, y él debería ir asimilándolo poco a poco hasta soltarme.
Pensé que quizá, en poco tiempo, recibiría de su parte el acuerdo de divorcio.
Mis días comenzaron a recobrar la calma y el trabajo también empezó a encauzarse.
Solo había algo que me resultaba molesto: desde que supo que recuperé la memoria, Carlos empezó a buscarme con frecuencia.
—Entonces sí que perdiste la memoria de verdad. Antes aún lo dudaba, pero resulta que era cierto.
Dijo con aquella sonrisa canalla de siempre. — Cuando te divorcies, ¿por qué no pruebas conmigo?

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