Capítulo 21
Como era de esperar, Salvatore estuvo de acuerdo con su opinión.
Arrugó ligeramente la frente y dijo con serenidad: —Si solo se trata de algo que requiere añadir un poco más de coste, no hace falta que me lo consultes; decide tú misma.
Valeria enseguida sonrió de oreja a oreja. —¡Salvatore, eres un encanto! Ya sabía yo que estarías de acuerdo conmigo. Cuando venía hacia aquí, esas secretarias incluso comentaron que tú nunca haces esfuerzos en vano...
Yo no pude evitar sonreír.
La estrategia de Valeria era realmente hábil; en unas pocas frases transmitió varios mensajes.
Primero, que tenía una gran capacidad de trabajo y podía sacar adelante un proyecto por sí sola.
Segundo, que tenía un corazón bondadoso y no quería poner en apuros a los habitantes del pueblo.
Tercero, que las secretarias que rodeaban a Salvatore eran demasiado frías, menos compasivas que ella, y que además se tomaban la libertad de interpretar sus intenciones.
No solo se apresuraba a presumir de sí misma, sino que, de

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