Capítulo 53
Solté un suspiro de alivio, aunque aún sentía miedo, pegándome con fuerza a la pared.
Carlos saltó con ligereza y me empujó para que me moviera hacia ese lado.
—¡Rápido!
Me instó.
Inspiré hondo, con la voz temblorosa, dije: —¿Estás loco? ¡Yo no he dicho que quiera ir contigo!
Él chasqueó la lengua. —¿Vienes o no? Ya estás aquí. Si no vas, entonces me voy.
Dicho esto, comenzó a empujarme hacia afuera.
Me asusté y de inmediato me agarré a la barandilla que tenía detrás. —¡Espera!
No me quedó más remedio que obedecerlo, desplazándome poco a poco hacia un lado.
Aunque me instaba sin cesar desde atrás, en sus gestos no había verdadera urgencia; más bien me observaba con calma, como si tuviera todo el tiempo del mundo.
Lo fulminé con la mirada. —¿Adónde demonios quieres llevarme?
—Ya lo sabrás.
Nos movíamos lentamente. No sé si habíamos llegado a las afueras del dormitorio principal de don Oscar y doña Valentina, pero desde dentro se escuchó la voz airada de don Oscar...
—¡Si Carlitos sigue

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