Capítulo 64
La expresión de Carlos llevaba un matiz desafiante, como si quisiera comprobar hasta qué punto yo estaba dispuesta a suplicarle.
Yo sonreí levemente, sin decir nada. Al ver la copa de vino frente a mí, la tomé y bebí un sorbo; después aclaré la garganta antes de responder: —La esencia de todo negocio es el intercambio de intereses: cada parte obtiene lo que necesita. Si yo tuviera que rogarte, eso demostraría que, en realidad, no tengo nada de valor que ofrecerte; y aun si lo hiciera, probablemente tampoco lo apreciarías.
—Bien dicho.
Carlos aplaudió suavemente y me observó con total atención. —Con tanto discurso, lo que en verdad quieres es no pedírmelo, ¿cierto?
—Puedes verlo de esa manera.
Lo miré con una sonrisa. —Este es mi plan de negocios; si no lo consideras interesante, entonces en el futuro buscaré otra alternativa.
También lo había contemplado: si Carlos no aceptaba colaborar conmigo, lo único que me quedaba era acudir a un mercado más amplio y buscar a esos inversores ángel

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