Capítulo 86
Al darle en su punto débil, el rostro de Valeria se nubló de inmediato. —¡Bianca, no te pongas tan orgullosa! ¿De verdad crees que esas atenciones especiales de Salvatore hacia ti son porque eres alguien única? ¡No! Solo es porque ocupas el lugar de su esposa, por eso te trata un poco mejor. ¡El día que ustedes se divorcien, no serás nada!
Si esto lo hubiera escuchado justo después de despertar de mi intento de suicidio, en ese entonces mi corazón aún habría sentido un amargo dolor imposible de contener.
Pero ahora, al oír esas palabras, sorprendentemente no me provocaban ni la más mínima emoción.
De manera instintiva, me llevé la mano al pecho: allí ya no quedaba rastro alguno de sentimiento.
Ni siquiera había respondido todavía, cuando Sara estalló con furia. —¡De verdad que no tienes vergüenza! ¿Con qué derecho le dices esas cosas a Bianca? Y aun concediéndote todo, ella y Salvatore son esposos legalmente reconocidos por la ley. ¡¿Tú quién eres?!
Valeria, al parecer, no esperaba que

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