Capítulo 14
A la mañana siguiente, apenas Lorena salió de su edificio, se topó con la persona que menos deseaba ver, Ricardo.
Él estaba de pie a la orilla de la acera, con un elegante maletín negro a sus pies.
Se veía peor que ayer, con la mirada encendida por una obstinación enfermiza.
Avanzó a paso rápido, bloqueándole el camino.
—Sé que estás enojada conmigo. Te traje algo que siempre te ha gustado.
Abrió el maletín de un tirón. Dentro, decenas de joyas de diamantes brillaban ordenadas.
—Mira, todas son para ti.
Su voz sonaba ansiosa, suplicante.
—Te encantan los diamantes, siempre te ponías feliz cuando te los regalaba.
Lorena contempló aquel cofre resplandeciente y una sonrisa amarga torció sus labios.
—Nunca me gustaron los diamantes. Lo que me gustaba era la persona que me los daba.
Lo miró directo a los ojos, viendo cómo el rostro de Ricardo se tornaba pálido
—Y ahora ya no me gustas tú. Así que nada de lo que me des tiene sentido.
—¡No, no es así! Solo estás molesta porque descuidé lo nue

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