Capítulo 15
Las pupilas de Guillermo se contrajeron y sintió como si un martillo le golpeara el pecho.
Viviana, sin embargo, se rio con más sarcasmo.
—Fuiste tú quien me defendió en la reunión, también fuiste tú quien me salvó cuando había peligro, dejando atrás a Dolores. Incluso, para darme una explicación, la enviaste a la comisaría...
—¡Todo esto es culpa tuya!
El ambiento quedó en silencio.
De pronto, él se echó a reír.
Soltó la mano con la que la estaba estrangulando.
—Tienes razón, es mi culpa.
Habló lentamente, con una mirada llena de frialdad asesina. —Así que, es hora de corregir el error.
Antes de que ella pudiera reaccionar, fue inmovilizada por los guardaespaldas. —¿Guillermo, qué vas a hacer? ¡Suéltame!
—¿Soltarte? De ninguna manera.
Se inclinó hasta su oído, como una serpiente venenosa. —Voy a hacer que entiendas lo que significa desear estar muerta.
—¡Ah!
La mansión resonó con sus gritos desgarradores.
Su sangre se esparció por el suelo; Guillermo apenas le echó una mirada antes de

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