Capítulo 11
David se hundía en un dolor insoportable. Cada vez que cerraba los ojos, resonaban en su mente las últimas palabras de Marisol.
"La sorpresa que les tengo está aquí."
Abrazaba la urna con sus cenizas, repitiendo miles de veces un perdón.
Pero ningún perdón podía traerla de regreso.
Solo bajo el efecto del alcohol lograba dormir un poco, aunque enseguida los sueños lo despertaban entre pesadillas.
Cuando sonó el timbre, David ni siquiera se movió.
Pasó un largo rato antes de que la puerta se abriera sola.
A contraluz, apenas pudo distinguir a la persona que entraba.
La silueta, sin embargo, le pareció conocida, como si fuese Marisol.
—David.
La voz de Carmen lo devolvió a la realidad. Con una decepción amarga, bajó la cabeza y lanzó la copa contra el suelo.
—¡Crash!
Carmen apenas había cruzado la puerta cuando una copa voló desde el salón y se estrelló en pedazos a sus pies. Junto con los vidrios rotos, llegó una voz cargada de furia:
—¡Lárguense! ¡Todos, fuera de aquí!
Carmen se detuvo

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