Capítulo 117
La llamada entró en cuestión de segundos, pero no la contestó. Hace un momento Vivianita había dicho que ya había entrado al garaje del conjunto, así que, en teoría, a estas alturas ya debería estar en el ascensor.
El teléfono sonó por un rato y se cortó de forma automática.
Algo no estaba bien...
Rosa tomó las llaves del coche y salió disparada. En el camino, buscó apresada el número de David. Aquella vez en la fonda, sin ninguna vergüenza, le había pedido su contacto.
Él también vivía en ese conjunto; así que podía pedirle que bajara a echar un vistazo.
Marcó el número, y después de diez segundos de pronto alguien contestó. Al otro lado se escuchó una voz grave, clara y suave, tan agradable al oído que resultaba bastante reconfortante: —¿Aló?
Rosa no tenía tiempo para suspirar ni para ningún tipo de formalidades; enseguida fue directo al grano: —Señor David, ¿podría contactar a la administración por mí? Vivianita entró al conjunto hace unos minutos, estaba hablando conmigo y de repen

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