Capítulo 135
Adriana adoptó una expresión más seria.
Arturo se quedó perplejo por unos minutos; sabía que no podría seguir ocultándolo. Sonrió, la rodeó con el brazo y la llevó a un lado del jardín: —Mi amor, tú eres muy inteligente, así que seré directo contigo: si David está enamorado de la secretaria Viviana, ¿tú estarías de acuerdo?
Adriana guardó silencio.
No podía afirmar que sí en contra de su verdadero punto de vista.
Si se tratara de otra familia, tal vez como espectadora habría dicho que estar divorciada no importaba. Sin embargo, cuando mencionaba a su propio hijo, admitía que no podía ser tan generosa.
No intervenía en las decisiones sentimentales de David. Mientras la chica tuviera buenos valores, una familia respetable y David de verdad la amara, no exigía necesariamente una igualdad de estatus.
Claro, si la hubiera, sería mucho mejor.
—¿No eras tú la que decía que mientras fuera mujer y estuviera viva, daba igual?
Al verla tan incómoda, Arturo no pudo evitar burlarse.
Adriana le dio

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