Capítulo 150
Viviana movió los ojos con inquietud.
Su ritmo cardíaco se aceleró sin motivo aparente; una ansiedad inexplicable se apoderó de pronto de ella.
El aliento cálido le rozó la comisura del ojo, la punta de la nariz y finalmente se posó justos sobre sus carnosos labios. La voz ronca, acariciada por el viento, sonó cargada de insinuación y placer: —Aunque no respondas, igual puedo devorarte entera... Con piel y huesos incluidos.
...
¿Cambiar las reglas, ahora?
Viviana no pudo soportarlo. De pronto abrió los ojos.
Y frente a ella se encontró con un rostro tan hermoso como peligrosamente cercano del hombre, teñido por el rojo del atardecer, que le daba un aire hechizante, casi como si estuviera poseído por el mismo demonio.
No se atrevió a moverse.
Era como si una fuerza invisible la hubiera paralizado; su respiración y su pulso estaban fuera de control.
David y Viviana estaban tan cerca que, si él bajaba un poco más, sus labios se rozarían. Pasaron así varios segundos antes de que David, com

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