Capítulo 171
David dijo: —Haz que deje esa costumbre.
Viviana respondió: —Está bien, haré que la cambie.
¡Qué oído tan agudo! ¿Qué tiene de malo que una antigua subordinada la llame gerente Viviana por teléfono? ¿Y qué tiene de malo que la invitara a comer?
David siguió caminando hasta entrar en la oficina.
Viviana suspiró.
Samuel miraba, como en meditación, la puerta cerrada de la oficina del jefe.
¡Tal vez el jefe esté... digamos que sexualmente frustrado!
Se volteó y, con una compasión infinita, consoló a Viviana: —No es tu culpa. A veces los hombres son difíciles de controlar, como si tuvieran a menopausia.
Viviana pensó por unos segundos: ¿Qué tiene esto de difícil de controlar? ¿Acaso la mezquindad no es un talento innato de las mujeres?
Samuel, al notar que ella aún seguía confundida, agregó: —Tranquila, yo te voy a ayudar.
Viviana meditó: ¿Ayudar? ¿Ayudar cómo y en qué?
¿No será que están pensando en cosas diferentes?
...
Mediodía.
Once con veinte.
Viviana salió en su auto desde la empresa.

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