Capítulo 235
De repente, Rosa sonrió despreocupada: —¿Por qué tenerle miedo? Él no es un caníbal.
Raquel mantenía la cabeza muy baja; su sombrero cubría todo su rostro, y solo se escuchaba su débil voz: —Yo... no sé por qué, de repente me siento ansiosa... siento que... él es diferente a nosotros.
Rosa, con una mirada intensa, la observó por unos minutos y respondió con decisión: —Está bien, lo haré irse.
De regreso en la casa.
Rosa se excusó diciendo que querían dar un paseo por los alrededores para disfrutar del aire del campo, insinuando de manera indirecta que David podría regresar a casa de su amigo.
David miró de reojo la hora: —Es hora de irme.
Al levantarse, se acercó cuidadoso a Viviana, y sus labios rozaron su oreja al susurrarle algo.
El lóbulo de la oreja de Viviana se tornó rojo al instante por las cosquillas.
David, sonriendo, le dio una palmadita en la cabeza con un suave tono indulgente: —Bueno, me voy. No te diviertas demasiado.
Dicho esto, se levantó y se fue de inmediato.
Después

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