Capítulo 35 Ahora somos compañeros de equipo
La expresión de Fabián era tan seria que, si no supiera que solo estábamos actuando, casi me lo habría creído por completo el cuento.
Aunque mis padres no mostraban señales de enojo, aun así me llevaron aparte para darme una charla.
Pensaban que había sido demasiado impulsiva y que, incluso si me había enamorado de alguien más, debería esperar a divorciarme de Evaristo antes de dar ese definitivo paso.
Escuché en absoluto silencio, sin replicar.
Viendo mi apariencia de reconocer mi error, no dijeron más, suspiraron y me dejaron ir a descansar, para no afectar al bebé que llevaba dentro.
Cuando Fabián y yo estábamos listos para irnos, Almira corrió apresurada tras nosotros.
—Serafina, ¿cómo te sientes? Estuviste tanto tiempo en el agua; por la salud del niño, deberías ir al hospital a revisarte.
Observé su rostro fingidamente bondadoso y de repente me reí con descaro: —Tranquila, mi hijo es tan fuerte como yo; no es tan fácil de matar.
Almira miró asombrada mi vientre, s

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